Aquí la primera acción fue el viernes 4 de octubre en la madrugada: decidieron cortar la carretera panamericana, donde pasan los camiones con mercancías. Hacía tres días que el presidente del país, Lenin Moreno, había anunciado las medidas de ajuste económico, y ya habían sucedido dos días de paro encabezado por el sector transportista. El país estaba bajo el estado de excepción decretado por el Gobierno.
El bloqueo fue a la 1:00 de la mañana, liderado por varias comunidades de la parroquia Cangahua, entre ella la de Cochapamba. A las 5h30 de esa madrugada llegó un camión con militares y comenzó la represión. "Tuvimos que reaccionar como jóvenes de la comunidad", cuenta el comunicador Juan Tandaiamo, que presenció el momento. A partir de allí comenzó una resistencia a una represión que no se detuvo hasta el acuerdo entre el Gobierno y el movimiento indígena televisado el domingo 13 de octubre.
Ese mismo 4 de octubre llegaron tres buses más con militares, "hicieron una represión total, había mujeres con niños, gente de la tercera edad, estábamos simplemente reclamando por nuestros derechos".
Esa violencia de la fuerza pública no fue televisada, los jóvenes de la comunidad la transmitieron por redes sociales. El día en que comenzó la represión quedó claro que los grandes medios de comunicación ecuatorianos no estaban del lado del movimiento indígena.
"Hay una comunicación que nos miente, no nos da la verdad de lo que aquí en las comunidades vivimos; los medios de comunicación en el Ecuador no pasan lo que es", dice Juan.
Se mantuvieron tres días en la carretera hasta que comenzaron la marcha hacia la capital. "Se mantuvo la reunión; como pueblo, comunidades, tomamos la decisión de partir una comisión a Quito, una parte se quedaba y la otra se iba caminando", relata.
Tardaron dos días hasta llegar. Esa movilización por carreteras ocurrió en simultáneo desde muchos puntos del país, de las sierras, las costas, las selvas, hasta llegar más de 20.000 hombres y mujeres del movimiento indígena a la capital los días martes y miércoles 8 y 9 de octubre.
"La ciudad nos ha apoyado con dar agüita, comidita, con eso no lo pasamos tan mal", cuenta Miguel Farinango, quien, como Juan, está en la asamblea extraordinaria de su comunidad para evaluar los días de movilización y el resultado de las negociaciones. En Quito se hospedaron en las universidades que les abrieron las puertas y se enfrentaron a la represión más grande que recuerden.
Farinango, por ejemplo, había estado en los anteriores levantamientos indígenas, como el del 2005 y 2000. "Nunca se ha sentido como ahora, se ha sentido en todo el pueblo, los caminos que ingresan a la comunidad todo ha estado bloqueado, ha sido la más grande movilización que hemos hecho", dice. Su hijo ha quedado herido "en cuatro partes" cuenta.
La respuesta en Quito por parte del Gobierno fue cada vez más violenta. "En los últimos tiempos no se había visto tal represión por parte de la fuerza pública, una violación total a los derechos humanos, eso ha sido gravísimo para nuestra gente", remarca Ricardo Ulcuango, presidente de la comunidad, quien está al frente de la asamblea extraordinaria, que lleva los temas y derechos de palabra.
"La resolución en la asamblea es en rechazo total a la represión, al Gobierno y a las autoridades que han llevado la represión", explica.
Por su parte, Pacha Cabascango, dirigente indígena de una comunidad cercana, describe los días en Quito con el impacto todavía presente: "lo que aconteció se fue de toda imaginación, el tema de la represión y la dureza del Gobierno fue brutal, seguimos con los impactos muy fuertes en la cabeza y el corazón, aconteció una guerra, íbamos con toda la fuerza, la resistencia, la organización, pero nos enfrentábamos a armas".
¿Se ganó?
El acuerdo entre el movimiento indígena y el Gobierno tuvo como punto central la derogación de uno de los principales reclamos contra las medidas de ajuste: el decreto 883, que quitaba el subsidio a la gasolina.
"Era una medida para favorecer a los banqueros, los grandes empresarios. La movilización del pueblo ha hecho que retroceda el Gobierno; el pueblo no acepta la política neoliberal que pretende implementar las medidas de ajustes en acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que afectan a los trabajadores, mujeres, a la población, sobre todo a los pobres del país", resalta Ricardo.
El golpe era no solamente para el sector rural sino para el conjunto de gente en los estratos sociales más vulnerables. El hijo de Miguel Farinango está en la universidad y, seguramente, luego de estudiar tenga un trabajo que no sea el de campesino: "No estamos de acuerdo que el salario básico venga a bajar porque nuestros hijos en algún rato van a estar trabajando, no estamos de acuerdo que trabajen más días y más horas".
Por eso la movilización no fue solamente para el decreto 883 sino para el conjunto de las medidas acordadas con el FMI, entre las cuales, por ejemplo, se encuentra la reforma laboral, que debería ser enviada a la Asamblea Nacional por el Gobierno. Se logró la derogación de una parte, aún falta.
En Cochapamba saben que lo que se consiguió no tiene garantía: no existe confianza en el Gobierno y la alerta se mantiene:
"Todavía no nos sentimos tranquilos, el Gobierno y los empresarios no están de acuerdo con la derogación, tal vez nos sigan atacando a los dirigentes y a la gente, entonces estamos pendientes para hacer levantamientos, manifestaciones, no tenemos confianza, pueden hacer otras medidas económicas y nos vienen a afectar", dice Miguel.
La instancia es ahora de negociación para acordar una nueva medida entre el Gobierno y el movimiento indígena que suplante el decreto 883. Están a la expectativa y dispuestos a salir nuevamente. Los días de protesta tanto en la carretera panamericana como en Quito ha dejado enseñanzas entre la gente.
"Veremos qué perfil necesitamos, ya venimos de años de lucha, cada gobierno nos ha hecho muchas cosas y nos hemos aguantado, pero esta vez ya deberíamos vernos como pueblos, nacionalidades, unirnos con el pueblo pobre, marginado, para darnos un gobierno que defienda nuestros derechos."
"Hay muchos indígenas preparados, estudiados, tenemos la inteligencia y podemos gobernar el país", completó.
La movilización que conmocionó al Ecuador aún no ha terminado. Se ha dado una primera confrontación contra un Gobierno que ha demostrado, para la mayoría de la población, ser un defensor de los intereses de empresarios, banqueros. En la comunidad de Cochapamba, así como en el conjunto del movimiento indígena, tienen claro que, como dice Miguel, protestar es una de las formas principales para defenderse: "A la gente de bajos recursos toca levantarse y reclamar". Lo han hecho y lo volverían a hacer, aseguran todos.