Se han mostrado fotografías del dirigente venezolano de oposición Juan Guaidó con miembros de la macabra banda paramilitar Los Rastrojos. El terrorista Lorent Saleh aparece en un vídeo declarando que está dispuesto a llenar de sangre las calles de Caracas. Se presentan grabaciones telefónicas donde Lorenzo Mendoza, dueño del grupo empresarial más importante de Venezuela, habla abiertamente con Ricardo Hausmann, economista y operador financiero, de su plan para endeudar al país a través de un préstamo de miles de millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional.
Prueba, tras prueba, hechos tras hechos, y los venezolanos y venezolanas que se identifican con el anti chavismo, se mantienen inamovibles en su posición de no abrazar la verdad. ¿Qué mecanismo opera aquí?
Los hechos ya no importan: la teoría de la turbulencia social
Durante veinte años se aplicó una operación de asedio psicológico sobre los venezolanos que tenía como fin construir una nueva arquitectura de razonamiento donde el enemigo estaba representado por Hugo Chávez y su proyecto de socialismo bolivariano.
Apelando siempre al miedo y a la incertidumbre, se logró que la gente creyese que el chavismo había llegado para quitarles sus bienes materiales, sus hijos, a espiarlos a través de bombillos ahorradores, a ejecutar pactos satánicos para perpetuarse en el poder, a traficar uranio dentro de bicicletas, y así un largo etcétera que aún a día de hoy quienes adversan al chavismo siguen considerando como hechos irrefutables.
SE CAEN LAS MÁSCARAS. 20 años de 'fake news' en Venezuela https://t.co/fofcrhDNCN
— Arturo Cazal (@arturocazal) September 27, 2019
Noam Chomsky declaraba que el periodo de auge neoliberal que arrancó con Reagan y Tatcher llenó al mundo de una mezcla de "enfado, miedo y escapismo". Una resultante del descrédito institucional llevó a los individuos a razonar que, "si ya no confías en nadie, por qué tienes que confiar en los hechos. Si nadie hace nada por mí, por qué he de creer en nadie", explica el intelectual estadounidense.
El deterioro progresivo del Estado venezolano solo pudo ser detenido con la llegada de Chávez al poder. Sin embargo, la nueva perspectiva política impulsada por el entonces presidente venezolano fue rápidamente torpedeada. Los operadores mediáticos desataron una ofensiva en todos los niveles y órdenes. No existía espacio de la vida institucional que no fuese atacado o iniciativa política tergiversada.
En su estudio sobre el poder de la televisión en la sociedad, Loonie Wolfe declaraba que la técnica de modelado de la mente colectiva se lograba si se construía un entorno adecuado al que se pudiera aplicar "estrés y tensión a fin de destruir el juicio moralmente informado y así lograr que la persona sea más propensa a la sugestión". Pensemos en el público que estuvo preso de los canales informativos que adversaban a Chávez y que ahora se informan a través de las redes sociales, casi omnipresentes.
Recuérdese las imágenes de las guarimbas de 2017 donde quemaron a venezolanos en las calles, donde hacían circular mensajes casi a diario con la proximidad de un golpe militar. O más recientemente, la actitud de reacción automática, sin argumentación, sin debate, de quienes tradicionalmente se han opuesto a que se renombren distintos lugares de la capital de Venezuela. Es decir, la visceralidad sustituye la política. ¿Algo más irracional que eso?
Le seguiremos llamado “Francisco Fajardo” a la autopista, así como a El Ávila le decimos Ávila y al estado Vargas, estado Vargas, al 12 al de octubre “Día de la Raza”, celebramos el 12 de marzo Día de la Bandera y los chavistas que vayan a la 💩
— Mari Montes ❤️⚾️ (@porlagoma) October 13, 2019
La tesis de la turbulencia social fue acuñada por los psicólogos Eric Trist y Frederic Emery. Sus conclusiones fueron popularizadas gracias al libro de Daniel Estulin El instituto Tavistock, y en ellas se explica cómo crear reacciones sociales de disociación en entornos bien organizados (entiéndase grupos poblacionales de cualquier escala) con el fin de "ablandar a una población utilizando fenómenos en masa como cortes en el suministro de energía, hundimientos económicos y financieros y ataques terroristas".
Dicen Trist y Emery que "si las impresiones iban muy seguidas unas de otras y se administraban cada vez más con mayor intensidad, era posible inducir a la sociedad entera a un estado de psicosis colectivo".
Para los investigadores, las personas sometidas a este proceso "terminarían disociándose, pues intentarían huir del terror causado por una realidad apabullante; se encerrarían en un estado de negación y se refugiarían en diversiones y entretenimientos populares, y mostrarían cierta tendencia a sufrir accesos de cólera".
El apocalipsis de la disonancia infinita
Si solo tomáramos lo ocurrido durante este año 2019, entenderemos cuán hondo caló el proyecto de ingeniería social aplicado contra Venezuela.
Si me preguntase por qué ocurre esto y cómo pueden mentirles casi a diario y que esto no genere ningún tipo de proceso de despertar colectivo —una especie de reflexión racional que les impulse a abandonar a esos liderazgos—, mi respuesta sería: el problema es que la oposición venezolana psicológicamente se comporta como una secta, no como un grupo político. Lo explicaré de inmediato.
"¿Ahora qué?", se pregunta Van Doorne. Una interrogante natural que calza perfectamente con el engaño continuado del que ha sido víctima la oposición venezolana por parte de sus liderazgos y del propio Gobierno de Estados Unidos: ¿Cómo lidian las personas con una refutación de una creencia en la que han invertido tanto de sus vidas?
En lugar de concluir que la profecía estaba equivocada, el culto dedujo que, dado que la profecía no podía ser falsa, el hecho de que creyeran en ella y actuaran sobre ella salvó la Tierra. "Gracias a ellos, los alienígenas mostraron piedad. Y no se equivocaron. Podrían aferrarse a sus creencias. Según la teoría de la disonancia cognitiva, cuando la realidad falsifica nuestras creencias más profundas, preferimos jugar con la realidad que actualizar nuestra visión del mundo", dice.
Festinger explica este mecanismo de negación:
"Dile que no estás de acuerdo y se va. Muéstrele hechos o cifras y él cuestiona sus fuentes. Apela a la lógica y él no entiende lo que quieres decir. Supongamos que se le presentan pruebas, pruebas inequívocas e innegables, de que su creencia es errónea: ¿qué sucederá? El individuo emergerá con frecuencia, no solo inquebrantable, sino aún más convencido de la verdad de sus creencias que nunca. De hecho, incluso puede mostrar un nuevo fervor por convencer y convertir a otras personas a su punto de vista", puntualiza Festinger.
Además, obtuvo dos trofeos de guerra: convirtió la crisis y la desesperanza en una marca comercial para obtener recursos económicos en el exterior. Y transformó al país que tiene la mayor reserva de petróleo y oro del mundo, una amplia biodiversidad, cantidades exorbitantes de minerales de todo tipo y tierras ideales para la agricultura en una nación sin futuro.
Ahora bien, surge una pregunta que intentaremos responder en una próxima entrega: ¿es irreversible esta situación? De ninguna manera.
No obstante, el proceso de sanación social y los mecanismos de protección de la psiquis y de la cultura venezolana implican el concurso de todos los venezolanos, especialmente de aquellos que, identificados con la oposición, han sido inscritos en esa secta sin saberlo ni desearlo.