La actividad, absolutamente gratuita, se llevó a cabo en distintos restaurantes de Moscú y consistió en clases magistrales de cocina mexicana, degustaciones, música, artesanía y diseño, además de una exposición fotográfica. Todos los eventos contaron con una enorme concurrencia, despertándose en muchos rusos un gran deseo por visitar la tierra de los mayas.
"Fue muy gratificante ver que la gente limpió su plato, lo limpió con la tortilla, y creo que no hay mejor paga para una persona que se dedica a la cocina que ver un plato entrar a la cocina limpio", manifestó.
El despliegue mexicano en la capital rusa contó con empresarios de sectores como el hotelero y el dedicado a textil y artesanía, los cuales igual fueron "muy bien aceptados".
También vino el fotógrafo Édgar Olguín, quien expresó su agrado por el éxito que tuvo el proyecto.
"México tendría que tener estos puentes, estos vínculos para poder compartir nuestra cultura que al final enriquece", señaló.
Aseveró, asimismo, que se quedó enamorado de Moscú. No solo porque descubrió que los rusos aman a América Latina y tienen un trato muy cálido hacia los latinoamericanos, sino también porque es una ciudad muy fotogénica.
"Moscú me resulta una influencia visual tremendamente fuerte, porque si yo pudiera, quizás en cada esquina estaría yo haciendo una foto. O sea, encuentro cada esquina de Moscú quizás como un escenario, un lienzo para poder retratar una foto", afirmó.
"El metro de Moscú propone también que el día de la inauguración de esta exposición haya ballet folclórico mexicano o música tradicional mexicana", agregó.
Charo Fernández coincidió en elogiar la capital rusa.
"La limpieza de sus calles es algo extraordinario. De la misma manera la seguridad, en la que pudimos caminar a las dos de la mañana y poder disfrutar de la ciudad", apuntó.
Al término de la entrevista, los dos interlocutores de Radio Sputnik expresaron su gran deseo de "volver el año que entra, quizás buscando un proyecto más grande".