Cuando en 1521 esta forma de concebir la vida y el espacio cotidiano fue derrotado por el terror y la violencia impuestos desde Europa, se cree que el primer edificio construido de asfalto fue una ermita dedicada a los culpables de la primera masacre que cometieron los españoles en el recinto sagrado del Templo Mayor, mientras los mexicas estaban desarmados y bailando.
En la esquina de las avenidas Hidalgo y la calle Zarco, en las espaldas de la colonia Guerrero de la ciudad de México actual, están los vestigios señalados como parte de la construcción de 1520.
Un tallado en piedra sobre ellos dice que "este lugar hicieron los españoles el 1 de julio de 1520 por la llamada noche triste, que después de haber entrado triunfantes a esta ciudad, los conquistadores al año siguiente volvieron a edificar aquí una Ermita que llamaron 'de los mártires'".
Una Iglesia para la noche triste
Tras casi un año de haber llegado a la Gran Tenochtitlán, el conquistador Hernán Cortés abandonó la capital del imperio mexica, según los relatos conocidos a través de los códices y del trabajo de difusores de la cultura prehispánica como Miguel León-Portilla.
Moctezuma Xocoyotzin había gobernado este sitio durante 18 años y ahora los españoles lo mantenían preso en el palacio de un antiguo Tlatoani (gobernante) mexica, Axayácatl. Allí vio su destino final en un confuso episodio, pues según indica la historia oficial fue asesinado a pedradas por la furia de su propia gente. Según otros, fueron los españoles que ya se habían encargado de enviar a Moctezuma al Mictlán, el mundo de los muertos.
Un mes después, la respuesta furiosa de los mexicas hizo replegar a los españoles hasta Tacuba, donde el mito dice que Cortés lloró al pie de un ahuehuete, un árbol de proporciones majestuosas, tristeza causada por lo diezmado que quedó su Ejército tras el asedio local.
Incluso hay relatos que dicen que el oro robado enlenteció a los españoles en la huida, como un acto de justicia poética.
Entonces, una vez que la historia avance y Tenochtitlán caiga ante un destino de asfalto y occidentalización, llegamos al inicio de este relato: la construcción de la primera 'iglesia', que en realidad fue una Ermita dedicada a los españoles que murieron por su avaricia esa noche de 1520, que mucho tiempo después se conoció como “la noche triste”.
Una Ermita para San Juditas
El Padre Jerome Joseph, que llegó hace más de una década a México desde la India, se lamenta todavía de que la gente siga viniendo a esta Iglesia a venerar a San Judas y no a Jesús o a la Virgen María. Cada 28, pero más especialmente en octubre, los fieles de San Judas Tadeo acuden al milagroso, a pedir lo que les haga falta.
Octubre es especial también para los sacerdotes de esta Iglesia, regida por el Padre Luis Mario González quien junto al Padre Jerome —perteneciente a la Congregación del Corazón de María, también conocidos como Claretianos— ofician misas diariamente durante todo el mes, a cada hora, entre las cinco de la mañana y las ocho de la noche. Así de popular es su santo patrono.
"Los Padres me comentaron que este Templo fue dedicado a San Hipólito, pero en 1950 uno de los sacerdotes trajo una imagen de San Judas desde Chicago, Estados Unidos y lo pusieron al frente de la Iglesia”, relató el padre indio a Sputnik.
Como San Judas respondía a las necesidades, se corrió la voz de su calidad milagrosa, que lo volvió gigante al punto de que hay fieles que vienen a venerarlo vestidos como él, con su manto verde y su garrote.
"No podemos explicar científicamente qué es lo que hay, es la fe”, dijo el Padre Jerome Joseph a Sputnik. “Adoran ídolos pero a lo mejor muchos muchachos no tienen una comprensión correcta de que San Judas fue un evangelizador, un predicador, encargado de 'llevar la buena noticia'", sostuvo.
La Iglesia dedicada a San Hipólito –elegido por ser el santo del día 13 de agosto en que se señala la caída de Tenochtitlán, en 1521- fue construida por parte del Ayuntamiento del México colonial, entre 1599 y 1740.