Durante la detención de octubre los guardias fronterizos rusos se vieron obligados a disparar. Por fortuna, el incidente no provocó víctimas mortales, a diferencia del enfrentamiento que tuvo lugar el 17 de septiembre en el mar de Japón —también conocido como el mar del Este—: murió un marinero norcoreano.
Las actividades de estos pescadores atrajeron mucho la atención en Rusia. Hubo incluso quienes supusieron que el incidente había sido una provocación deliberada por parte de las autoridades norcoreanas para enfatizar su interés por las aguas territoriales de la Federación de Rusia. Sin embargo, no tiene nada ver con la situación real en el mar de Japón, explica el experto en asuntos coreanos Andréi Lankov en su artículo para el portal Valdai Club.
"Los barcos norcoreanos se dedican a la pesca furtiva en las aguas rusas desde hace mucho tiempo y lo más probable es que la situación no mejore. No se trata de las supuestas órdenes de las autoridades norcoreanas. Estos pescadores se guían por las condiciones del mercado y no es fácil contrarrestarlos", puso de relieve el experto.
Entre bastidores
En la actualidad solo algunos barcos verdaderamente grandes pertenecen al Estado mientras que, para la mayoría de las embarcaciones medianas y pequeñas, el registro estatal solo es formal. Este, de hecho, consta de una licencia que otorga al dueño del barco el derecho a faenar. Así que obtener un documento como este no es gratis, señala el analista.
Cuando el empresario ya tiene un barco registrado y una tripulación, puede salir al mar a pescar. Los dueños de los barcos y sus tripulaciones ganan suficiente dinero para vivir. La pesca en el mar de Japón también es provechosa para los organismos públicos porque estos reciben dinero por las licencias.
"Hay que tener en cuenta que todo esto sucede en la costa este de la península de Corea, es decir, en las zonas consideradas depresivas incluso para los estándares de vida norcoreanos. Para la mayoría de los habitantes de esta área, el trabajo en el mar es, en la mayoría de los casos, el único a su alcance", destaca Lankov.
Callejón sin salida
La introducción de las sanciones contra Pyongyang por el Consejo de Seguridad de la ONU en 2016 y 2017 —cuya meta es afectar a la economía de los norcoreanos— hizo que la situación en la región se recrudeciese. Así que para el que no teme el trabajo duro y está dispuesto a asumir riesgos no hay otra alternativa que hacerse pescador, agrega.
Dichas áreas del mar de Japón se encuentran dentro de las zonas económicas exclusivas de la Federación de Rusia y de Japón. Los pescadores japoneses se dirigen allí para practicar pesca furtiva.
"Saben lo que están haciendo y no se avergüenzan. No temen hacer uso de la fuerza para hacerse con el pescado que sirve para mantener el bienestar de sus familias. No les molesta nada el hecho de que la pesca se realice en las zonas económicas exclusivas de otros países. No sienten ningún respeto hacia a los países extranjeros", pone de relieve Lankov.
Los pescadores norcoreanos con los que el experto logró conversar aseguran que los guardias fronterizos rusos actúan de manera mucho más dura que sus colegas nipones. Los rusos no temen usar la fuerza y, en algunos casos, hasta pueden disparar contra los intrusos. Los japoneses, sin embargo, se limitan al utilizar cañones de agua. El autor opina que la reputación de hombres duros que tienen los guardias fronterizos rusos es la razón por la que los norcoreanos los respetan.
Tres razones
Dado que la pesca es el principal medio de subsistencia para una buena parte de la población de la costa este de Corea del Norte, es poco probable que la situación cambie a corto plazo. Las autoridades norcoreanas, por su parte, apenas podrán hacer algo para atajar el problema. De tener voluntad política, Pyongyang podría obstaculizar significativamente los viajes a la zona económica exclusiva rusa de sus marineros. Pero no se atreverá a hacerlo.
"Primero, esas duras medidas causarían problemas internos. Si a varias de las decenas de miles de personas que diariamente salen al mar se las priva de su sustento, es fácil imaginar cómo sería su reacción. Las autoridades norcoreanas no quieren provocar que centenares de miles de pescadores más sus familias se queden sin medios de subsistencia", explica el autor.
Segundo, en la parte central del mar de Japón las capturas son abundantes y una fuente importante de ingresos para la economía norcoreana. Suspender la pesca en esta zona no solo empeoraría el clima político al este del país asiático. También disminuiría el presupuesto nacional. Hay que recordar que los barcos pesqueros pagan al Estado por su licencia. Pago que repercute en ese mismo presupuesto, añade.
Además, es importante tener en cuenta que presionar demasiado a los norcoreanos puede obligar a que Pyongyang responda. En particular, podría capturar embarcaciones rusas que por alguna razón se encontraran cerca de las costas del país asiático. De hecho, Corea del Norte ya capturó en su día una embarcación aunque lo hiciera por accidente.
"De ser necesario, sí hay que usar la fuerza contra los intrusos. También hay que recordar que lo que temen los pescadores norcoreanos no son las cárceles rusas, sino la posibilidad de que sus barcos sean confiscados. Es posible que el temor a perder sus embarcaciones haga que algunos capitanes respeten las fronteras rusas", deduce Lankov.