La convocatoria de nuevas elecciones en noviembre sorprendió a los líderes europeos que veían en Pedro Sánchez a un mandatario de largo recorrido que había consiguió establecer buenas relaciones con la canciller alemana, Angela Merkel, y con el presidente francés, Emmanuel Macron. Además, los españoles habían logrado ocupar algunos puestos en instituciones europeas de gran importancia, como el del Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores de Política de Seguridad, ocupado ahora por Josep Borrell.
Los medios hablan de la existencia de una clara estrategia de España por fomentar su presencia en la sala de mandos de Bruselas. Sin embargo, España se expone a perder peso en la configuración de los nuevos cargos europeos, según las fuentes comunitarias consultadas por El País.
"El crédito de cada país en Bruselas depende de la estabilidad que puede ofrecer. Y el de España, de momento, está como mínimo en entredicho".
Jean Claude Juncker, el presidente de la Comisión Europea hasta el 1 de noviembre, tachó la situación política en España de "hiperdemocracia".
Una importante fuente de La Moncloa, por su parte, responde a la incertidumbre con algo que es cierto sobre España: "Nunca hemos estado mejor en la UE, nunca hemos influido ni mandado tanto. No constato hasta ahora ninguna pérdida de peso, ni siquiera en lo que está por venir. Seguimos contando y mucho".