Este 1 de octubre China celebró su 70 aniversario con un desfile militar sin precedentes que fue ovacionado por miles de personas en Pekín. Los festejos se dan en un contexto económico de desaceleración —esperado por el Gobierno, debido a la guerra comercial que mantiene con Estados Unidos—, y de una situación compleja en Hong Kong, el territorio semiautónomo que desde el 9 de julio ha sido escenario de una oleada de protestas contra el Gobierno.
En el marco de las celebraciones, el presidente chino, Xi Jinping, aseguró que está decidido a mantener la estabilidad y los principios de "reunificación pacífica" y "un país, dos sistemas".
Jinping es el octavo presidente comunista desde que Mao (1894-1976) anunció el nacimiento de una nueva nación, el 1 de octubre de 1949, tras el fin de la guerra civil china, el combate que duró 22 años entre el Ejército Nacional Revolucionario del Kuomintang o Partido Nacionalista Chino (KMT), y el Ejército Rojo del Partido Comunista Chino (PCCh).
Mao desarrolló y adaptó las ideas de Karl Marx y Lenin y lideró una guerra civil sin precedentes, donde el gran protagonista fue el campesinado. Implantó la lucha armada con bases agrarias, una doctrina integral que conectaba explícitamente la ideología política con la estrategia militar.
Según entendía, China era un país donde subsistían relaciones semifeudales con una inmensa masa campesina oprimida por el latifundio; y a ellos debía de acercarles armas e impartirles conocimiento. La Revolución China fue del campo a la ciudad bajo la premisa de que "el poder nace del fusil", y de que la población rural debe ser movilizada para instaurar la guerra de guerrillas.
En América Latina sus principios calaron hondo. A 10 años de la Revolución China, los guerrilleros de Fidel Castro tomaron el poder en Cuba tras enfrentar desde la Sierra Maestra a la dictadura de Fulgencio Batista. Aunque no eran maoístas por doctrina, siguieron su ejemplo práctico.
Según el doctor en Historia Miguel Ángel Urrego, del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana (México), en toda la región en la década de 1960 una generación de jóvenes y cuadros políticos abandonaron sus proyectos personales y fundieron su destino con el de los campesinos, indígenas y obreros. Tal experiencia dotó a los pobres de la ciudad y del campo de organizaciones, cultura política y beneficios materiales.
Fue así como se crearon partidos comunistas que se autodenominaron marxistas-leninistas en Perú, Bolivia, Argentina, Ecuador, Chile, Brasil, Venezuela, México y Colombia.
Pero mientras que los brazos armados se extinguieron, las corrientes que no optaron por la vía armada todavía siguen teniendo representación, como en Argentina y Colombia.
El maoísmo en Latinoamérica
En Colombia en 1965 hubo una escisión del Partido Comunista Colombiano (PCC), y se fundó el Partido Comunista de Colombia - Marxista Leninista (PCdeC-ML). Esta corriente fue la única en Latinoamérica que creó un brazo armado y constituyó una guerrilla, el Ejército Popular de Liberación, que actuó durante varias décadas y logró tener presencia en varias regiones del país hasta principios de la década de 1990, cuando se desarmó.
Mosquera entendía que la guerrilla no era una vía adecuada para lograr los cambios sociales maoístas. La guerra civil entre los partidos tradicionales colombianos entre las décadas de 1940 y 1950, que produjo más de 100.000 víctimas, lo hizo entender que no se podía arrastrar a una nación cansada de la barbarie a un proyecto insurreccional, y en 1972 se presentó a las elecciones.
A los pocos años inició la política de los Pies Descalzos, que no era otra cosa que el traslado masivo de militantes a zonas estratégicas del campo para organizar a los campesinos. En las regiones donde se instalaron, los cuadros comenzaron a vivir en las mismas condiciones que los campesinos. Impulsaron la creación de sindicatos, cooperativas, escuelas, pequeños centros de salud y emplearon a los intelectuales para capacitar a los labriegos en técnicas de agricultura.
"Gracias a esta labor, el PTC pudo crecer vertiginosamente y en pocos años alcanzó una presencia nacional que se evidenció en las listas que elaboró para las elecciones que se efectuaron en la década de 1970", explicó Urrego.
En 1965 en Argentina también hubo una ruptura con el Partido Comunista local; se establecieron congresos de "rectificación" que dieron lugar a divisiones y luego a la adopción del maoísmo, así surgió el Partido Comunista Revolucionario (PCR) argentino. Según Urrego, los primeros escritos de sus dirigentes e intelectuales evidenciaron la influencia maoísta, al caracterizar a Argentina como una sociedad neocolonial y rechazar el foquismo (modelo de foco armado inspirado por el Che Guevara).
El maoísmo argentino participó activamente en el denominado Cordobazo (1969), uno de los levantamientos populares más importantes en la historia del país, que comenzó con una movilización obrera y terminó en la toma de la ciudad por parte de sus habitantes, y en general en la lucha obrera al orientar a los sindicatos clasistas —como el de transporte automotor—. Urrego también señala que el PCR también "desarrolló una notable labor" en la generación de un nuevo pensamiento a través de la reflexión de destacados intelectuales, como Carlos Altamirano y Beatriz Sarlo, entre otros. Hoy el PCR continúa siendo una corriente popular.
Sendero Luminoso fue fundado a finales de la década de 1960 por el entonces profesor de filosofía Abimael Guzmán (referido por sus seguidores con el seudónimo de 'Presidente Gonzalo'), cuyas enseñanzas crearon los fundamentos para la doctrina maoísta de sus militantes. El movimiento tenía naturaleza político-militar, tuvo su auge en la década de los 80 y la primera mitad de los 90, llegó a tener hasta 10.000 militantes en sus filas.
La lógica senderista consistía en que "con unos pocos hombres y mujeres dispuestos a la guerra, era suficiente para 'incendiar la pradera'", según Urrego.
Las milicias senderistas se trasladaron a áreas estratégicas en las provincias peruanas para iniciar la guerra de guerrillas. Se lo considera responsable de la muerte de 31.331 personas, la gran mayoría indígenas, según el informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación de 2003.
El ofrecimiento de este acuerdo produjo un cisma dentro de la organización, entre los alineados con Guzmán, llamados "acuerdistas", y aquellos que consideraron una traición la "rendición" que implicaba dicha oferta al Estado.
Los "acuerdistas", se mantuvieron en actividad hasta la captura en 1999 del mando senderista y los contrarios al acuerdo se refugiaron en el Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro, en el Militarizado Partido Comunista del Perú, de tendencias maoístas.