Millones de personas salieron a las calles el pasado viernes 20 de septiembre en el marco del movimiento mundial Fridays for Future (Viernes para el Futuro) para reclamar a los gobiernos del mundo acciones urgentes para prevenir el aceleramiento del cambio climático y el calentamiento global.
La noticia, fue tomada como una señal política importante puesto que proviene de la mayor economía europea, y se trata de un monto significativo de dinero. Según informó el gobierno el objetivo principal será reducir al menos en un 55% las emisiones de dióxido de carbono para 2030.
Para ello el país desarrollará 70 medidas. Aumentos progresivos de las tasas que imponen a los mayores emisores, un disminución del IVA del 19% al 7% en los boletos de transporte ferroviario para abaratar los costos, e incentivos para la instalación de fuentes de energía solar son algunas de ellas.
Según explicó a Sputnik el profesor y doctor en economía Juan Rubio Martín, la nueva política alemana surgió como respuesta a un atraso relativo frente a sus vecinos, debido a su fuerte industria, gran consumidora de energías fósiles.
La propia canciller del país, Angela Merkel, lo reconoció al anunciar las medidas, y es que la nación cuenta entre sus fracasos no haber alcanzado la meta de reducción de emisiones que se había planteado para 2020.
Para entonces Alemania había planteado disminuir 40% el dióxido de carbono que produjera respecto a lo que emitía en 1990, pero a un año del plazo ya se sabe que tal meta no se alcanzará.
"En Alemania el punto de partida es diferente (al del resto de Europa). Es un país en que el peso del sector industrial es muy elevado y por eso usa más las energías fósiles que otros. Lo mismo sucede con la energía nuclear, por eso ahora fue necesario hacer un plan ambicioso que reclamaba toda la ciudadanía", apuntó Rubio Martín.