Son animalitos muy particulares: tienen un cuerpo diminuto que no excede los nueve centímetros y un rostro enlongado que hace pensar que son pájaros más que murciélagos.

Sin embargo, esa largura y puntiagudez tiene un porqué: los murciélagos magueyeros menores son grandes polinizadores, y esa especie de 'rostro pico' les permite acceder más fácilmente a los nectarios de las flores, entre ellas a las de la agave, la planta que se usa para destilar el tequila.
Los productores asimismo cortaban los agaves con alto contenido de azúcar antes de que florecieran y produjeran semillas. De esta forma murieron más del 40% de los tipos de agave, según información de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Pero también empezaron a morir los murciélagos: es precisamente el néctar de las flores de agave su principal fuente de energía.
Además, la región tequilera es el corredor migratorio de varias especies de murciélagos, y ante el déficit de plantas, les era difícil migrar porque no había alimentos. En 1993 el murciélago magueyero menor fue identificado como especie amenazada.

A través de diferentes campañas el Gobierno logró convencer a los productores de dejar que algunas plantas de agave florezcan y produzcan semillas para que se alimenten a los murciélagos, y ellos, al mismo tiempo, contribuyen polinizando las plantas. Así, en octubre de 2013 el murciélago fue quitado de la lista de especies amenazadas.
En Estados Unidos fue declarado en peligro de extinción en 1984; había alrededor de 1.000 ejemplares, según el Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre. Hoy la cantidad aumentó 200 veces.
"Los productores reconocen que los agaves dependen simbióticamente de los murciélagos para ser polinizados", se lee en el informe, donde agrega que incluso están promocionando tequilas "amigables con los murciélagos". En 2018 fue quitada de la lista de especies en peligro de extinción en EEUU además.