Detrás, con una escasa diferencia de votos y 31 asientos en el Parlamento, estaría el Likud del primer ministro, Benjamín Netanyahu, y como tercera fuerza más votada, la Lista Conjunta árabe, que habría obtenido 13 diputados.
Netanyahu podría contar automáticamente con 55 escaños, pero le faltarían seis para formar gobierno.
Gantz tendría 43, pero si la Lista Conjunta árabe lo apoyara externamente, sin entrar en el Gobierno, sumaría 56. No obstante, el apoyo árabe es improbable porque estaría condicionado a demandas que difícilmente va a aceptar Azul y Blanco.
En el medio de los dos bloques —el de Netanyahu que engloba a la derecha y los partidos religiosos y el centro-izquierda de Gantz— se situaría la formación Israel Nuestro Hogar (ultraderecha) que obtuvo 9 diputados pero tiene fuertes desavenencias con Netanyahu y es contraria a entrar en una coalición con partidos religiosos, por lo que es previsible que no apoye al hasta ahora presidente.
El jefe de Israel Nuestro Hogar, Avigdor Lieberman, es partidario de formar un Gobierno de unidad de fuerzas seculares: su partido, el Likud y Azul y Blanco.
Las formaciones religiosas, la ultraortodoxa sefardí Shas y la ashkenazí Judaísmo Unido de la Torá, habrían conseguido 9 y 8 escaños respectivamente.
El ultraderechista y racista Otzma Yehudit (Poder Judío) no lograría superar el umbral del 3,25% requerido para entrar en la Knéset (Parlamento).
De salir adelante el ejecutivo de unidad, que podría ser sin Netanyahu, si Azul y Blanco se acabara imponiendo por un escaño, ya que Gantz afirmó que no gobernaría con el actual primer ministro, los árabes quedarían como cabeza de la oposición, en una situación sin precedentes hasta ahora.