¿Qué comer?
Para empezar, una dieta alta en fibra es muy importante para reducir el riesgo de cáncer de intestino. Hay diferentes tipos de fibra, pero, en general, la fibra de cereales y granos integrales es una fuente ideal para mantener la salud.
El salvado de trigo es una de las fuentes más ricas en fibra. No está claro de qué manera la fibra es capaz de reducir el riesgo de cáncer de intestino, pero los posibles mecanismos incluyen la reducción del tiempo que tarda la comida en pasar por el intestino —y, por lo tanto, la exposición a posibles carcinógenos— o por un efecto beneficioso sobre las bacterias intestinales.
Asimismo, se cree que la leche, los productos lácteos y el pescado graso reducen el riesgo de la enfermedad y tienen elementos de protección. Más aún, un estudio de pacientes con cáncer de intestino mostró que la reducción del nivel de la mortalidad se asoció con el consumo diario del café.
¿Qué productos evitar?
Los expertos afirman que hay una correlación entre el alto consumo de carne y el cáncer de intestino, por eso afirman que es mejor evitar grandes cantidades de carne, que incluye la carne roja, derivada del músculo de los mamíferos como la carne de res, ternera, cordero, cerdo y cabra, y la carne procesada como el jamón, el tocino y las salchichas.
😟🦠🧫🧬 Esta bebida puede provocar cáncer
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) September 4, 2019
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Las carnes procesadas se han sometido a una técnica de preservación como el ahumado, la salazón o el añadido de conservantes químicos que están asociados con la producción de compuestos que pueden resultar cancerígenos. Las pautas actuales de Australia sugieren minimizar el consumo de carnes procesadas y comer solo cantidades moderadas de carne roja (hasta 100 gramos diarios).