Querían llevar una temática latinoamericana a la industria de los videojuegos. Querían contar cómo se luchó desde la clandestinidad contra la represión desde que el general Augusto Pinochet derrocó al Gobierno de Salvador Allende e instauró 17 años de dictadura, a partir del 11 de septiembre de 1973. Querían "expresar y reflejar" cómo se formó el Chile actual: qué pasó entre el proyecto de socialismo democrático de Allende, y el capitalismo neoliberal de ahora.
Guerras Sucias lo cuenta a través de escenarios de Santiago en la década del 70 reconstruidos, por los que transitan Maximiliano y Abigaíl, una joven pareja militante que decide quedarse en el país para unirse a la resistencia. Ambos miembros de los Comités Revolucionarios (COMIREV), deberán asumir una vida en clandestinidad que conllevará múltiples desafíos y sacrificios.
Sin embargo, este videojuego no es el típico de guerra. Jorge Olivares, director del proyecto, explicó a Sputnik que al ser un juego basado en un conflicto asimétrico y de baja intensidad (una 'guerra sucia' de terrorismo de Estado contra grupos de resistencia con poco armamento), el juego es impensable bajo la lógica del enfrentamiento armado.
"Es más importante la información que las armas para sobrevivir, y eso involucra camuflarse, generar comunicaciones entre distintas estructuras de la organización y burlar la represión dictatorial pasando desapercibido", dijo Olivares.
Ahí yace otro de sus aspectos innovadores: este videojuego se propone como un nuevo género dentro de la industria, donde la narración de una historia se da "a través de mecánicas de sigilo, puzzles y manejo de la información del jugador para resguardar identidades, comunicarse clandestinamente y generar operaciones de contrainteligencia".
La historia detrás de la pantalla
Olivares es sociólogo y compositor de bandas sonoras para videojuegos. Contó que cuando estudió en la universidad se nutrió de la literatura que narra la vivencia de la resistencia en Chile, y que ante la "conmoción e inspiración", surgió la idea de cambiar el formato en el que tradicionalmente se ha contado la represión sufrida en el pasado reciente de su país.
"Transformamos los testimonios y vivencias de la vida en clandestinidad y resistencia a la dictadura cívico-militar chilena en un videojuego y mecánicas de juego (...). En el fondo hay que mediar con una experiencia distinta a lo que es narrar la historia como puede ser en un libro o una película", puntualizó.
Obtuvo 15 millones de pesos chilenos (21.000 dólares) con los que investigaron, diseñaron, escribieron los guiones y finalmente realizaron el prototipo técnico del videojuego. Esta etapa culminó en julio de 2019.
Ahora están buscando más fondos para producir Guerras Sucias; están esperando los resultados de los fondos 2020 del mismo concurso, pero que, en caso de obtenerlo, cubriría menos del 70% del costo final. Según Olivares, la ejecución total requiere unos 50 millones de pesos (70.000 dólares), con los que contratarían a 20 personas más para lograr un alfa (primera versión) del videojuego. Estima que este proceso debiera tomar al menos, un año de producción dada la magnitud y envergadura del proyecto.