Estas grandes empresas, decanas en la práctica de sobornar funcionarios y políticos en todo el mundo, "acostumbran a utilizar la sorprendente acusación de 'corrupción' contra todo tipo de competidores y adversarios que se interpongan en su camino", escriben los analistas geopolíticos José Luis Fiori y William Nozaki, en una pieza titulada Petróleo, guerra y corrupción: entender Curitiba.
Fiori es economista y coordinador del programa Poder global y geopolítica del capitalismo en la Universidad Federal de Río de Janeiro y también pertenece al INEEP. Publicó varios libros sobre geopolítica y es una de las voces más autorizadas sobre el tema en Brasil y en América Latina.
Curitiba es la ciudad del sur de Brasil donde residen los jueces y juzgados que promovieron la investigación conocida como Lava Jato (lavado rápido), que procesó y encarceló un centenar largo de políticos y empresarios, entre ellos al expresidente Luiz Inacio Lula da Silva.
Su trabajo arranca con la formación de las Siete Hermanas, como se conoció a las grandes petroleras lideradas por Standard Oil (de John Rockefeller), que controlaban el mercado global de petróleo hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial. Recuerdan que el petróleo jugó un papel muy destacado en las guerras del siglo XX, lo que les permite asegurar la estrecha asociación entre la industria del petróleo y la industria de la guerra.
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— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) May 22, 2019
En efecto, el petróleo tuvo un papel decisivo en la Guerra del Pacífico desencadenada con el ataque japonés a Pearl Harbor en 1941 y en el ataque alemán a la Unión Soviética el mismo año, hasta la guerra del Golfo (1991), la guerra de Irak (2003), la invasión a Libia (2011) y la actual guerra en Siria. El petróleo puede ser considerado una commodity geopolítica.
Luego se focalizan en Brasil. El caso del ingeniero Pedro Barusco, gerente de Servicios de Petrobras entre 1995 y 2010, es elocuente. En sus declaraciones ante la justicia, asegura que comenzó a recibir sobornos en 1997, como otros altos cargos de la petrolera, cuando gobernaba Fernando Henrique Cardoso, y estima que el PT recibió entre 150 y 200 millones de dólares entre 2003 y 2013.
Durante el Gobierno del PT, las propinas pasaron a ser pagadas por empresas "nacionales" como Odebrecht y OAS, dos de las mayores constructoras que se beneficiaron con licitaciones para obras de infraestructura. En ese período hubo un recambio de empresas nacionales por las extranjeras como abastecedoras de Petrobras, que ocupaba el segundo lugar entre sus pares del mundo.
Tres datos adicionales. El mercado del petróleo nunca se guió por la libre competencia, como aseguran los liberales, sino como "campo de guerra entre las grandes corporaciones y las grandes potencias". La llamada "corrupción" fue desde siempre una práctica normal de la competencia por nuevos recursos y mercados. Y, por último, acusan de corrupción a los "adversarios que se interponen en su camino".
La primera es que nunca tuvieron en cuenta la realidad del mundo, la feroz competencia entre naciones y empresas. Lula fue elegido con el lema Lulinha paz y amor y ya siendo presidente repitió una y otra vez que "Brasil no tiene enemigos". Llevó adelante una política de buenas relaciones con el Gobierno de Obama y de cooperación con los EEUU.
Aunque su gestión avanzó en la integración regional, como la Unasur y la CELAC, que excluyen a EEUU, no fue capaz de formular una política clara hacia la potencia que sigue considerando a la región como su patio trasero.
El tiempo demostró que ambos errores tuvieron consecuencias desastrosas y se convirtieron en fuerzas depredadoras que terminaron por desbaratar la gestión de gobierno. Empresas y empresarios nunca tuvieron intención de dejar la corrupción estructural de lado, porque solo pensaban en sus pequeños intereses.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK