La historia de la destrucción de este pueblo y el exilio de su gente se explica en la exposición "De aquí, de allá", organizada por la ONG De-Colonizer, que investiga y documenta la Nakba, la expulsión o huída de más de 700.000 palestinos cuando se creó el Estado de Israel.
"En casa de mi abuelo había un pozo de 70 metros de profundidad con agua. La gente de la zona bebía allí. Había molinos que chirriaban y árboles. Cuando entraron los judíos en 1948 atacaron la zona y volaron el pozo. El humo formó una espiral hacia el cielo. Lo vi cuando tenía 6 años", cuenta a Sputnik Ahmad Abu Sitta, conocido como Abu Ala, en su casa, cerca de la ciudad de Rafah.
En las tierras de Al Main, el pueblo palestino donde Abu Ala nació, arrasado por fuerzas israelíes, se construyeron cuatro kibutz, comunidades agrícolas judías de origen socialista. Muchos de sus habitantes desconocían la historia de los vecinos palestinos que les precedieron y que sufrieron el exilio.
Lo primero que averiguaron es que el inmueble que acoge la galería era el hogar del abuelo de Abu Ala, conocida en el kibutz Nir-Or como la Casa Blanca.
También vieron a Abu Ala a través de un vídeo, ya que él no puede salir de Gaza sin permiso de Israel y los israelíes no pueden entrar en ese territorio palestino.
Su relato y el de Salman Abu Sitta —intelectual de su mismo clan, que plasmó su testimonio del ataque a Al Main en el libro Mapping my return. A Palestinian Memoire— son parte central de la exposición, que desafía la narrativa oficial israelí sobre lo que ocurrió en 1948 con la creación del Estado de Israel.
La muestra no ha dejado indiferentes a las más de cien personas que la han visitado. En la zona viven unos 600 vecinos. Algunos de ellos protagonizaron un acalorado debate el día que se inauguró.
"Las reacciones son muy fuertes: unos se enfadan mucho e incluso no se creen la historia de lo que ocurrió en Al Main. Otros se conmueven y están agradecidos porque les hemos contado la historia de la gente que vivía aquí antes y nunca oyeron”, indica Eitan Bronstein, co-fundador de De-Colonizer.
"Algunos estaban dispuestos a que la gente de Al Main volviera. Decían: 'aquí hay sitio para todos, podríamos vivir juntos'", añade Bronstein.
Los que reaccionan con enfado o incluso ira sienten "un rechazo que proviene de una fuerte negación de la Nakba. Israel está construido sobre esta negación, nuestra identidad israelí está muy basada en la negación de la historia palestina", asegura Bronstein.
"Conozco muy bien la tragedia de la gente que vivió aquí antes de que viniéramos. Pero me parece que esta exhibición presenta solo una realidad. Cortar parte de la historia no es mostrar un cuadro neutral", señala Moses.
De-Colonizer editó un mapa en el que ubica las ruinas de 672 localidades palestinas total o parcialmente destruidas durante la Nakba o anteriormente, así como 44 comunidades judías arrasadas en ese período.