Un yuan más débil hace que los bienes chinos sean más accesibles para los compradores internacionales, y en particular para los estadounidenses. Este factor ayuda a compensar el efecto negativo provocado por la imposición de aranceles por parte de EEUU.
China o EEUU, he ahí la cuestión
Aunque el presidente estadounidense, Donald Trump, acusó a China de haber manipulado su moneda deliberadamente, distintos economistas destacan que si el gigante asiático acude a realizar tal paso en el futuro, lo hará de una manera muy cautelosa y no admitirá una fuerte devaluación.
"Pekín no necesita una fuga de capitales que amenaza con continuar devaluando su moneda aún más. Por ello, Pekín no admitirá un brusco desplome de su moneda", consideran los analistas de Standard Chartered.
El yuan cayó este 5 de agosto hasta el punto más bajo en la última década. A pesar de los informes de varios medios mainstream, el gobernador del Banco Popular de China, Yi Gang, declaró que China, como "país grande y responsable", no utiliza el tipo de cambio para obtener ventajas competitivas, así como tampoco lo hace para tratar perturbaciones externas como las disputas comerciales.
Además, en un comunicado, el principal regulador financiero de China vinculó explícitamente la brusca devaluación de la divisa china con los nuevos aranceles de EEUU.
"Debido al unilateralismo, las medidas proteccionistas en el comercio y la elevación de aranceles, el yuan se ha depreciado frente al dólar (...), pero continúa siendo estable y fuerte contra otras divisas", dice el comunicado, citado por el periódico South China Morning Post.
Respuesta de Pekín a los nuevos golpes
El Gobierno chino pidió a las empresas estatales cancelar sus compras de productos agrícolas a EEUU después de que Donald Trump anunciara la imposición del 10% a las restantes importaciones chinas por valor de 300.000 millones de dólares. Además, las empresas privadas que previamente habían recibido de Pekín exenciones de aranceles chinos impuestos a las importaciones estadounidenses de soja dejaron de adquirir esta materia prima a EEUU, comunicaron fuentes anónimas a la agencia Bloomberg.
Para compensar la escasez de soja, los compradores chinos apelaron a Brasil y Argentina. Como resultado, la demanda mostrada por parte del mayor consumidor de soja en el mundo hizo disparar el precio de este producto en puertos brasileños. El ministerio de Comercio de China comunicó que no descarta la posibilidad de gravar con aranceles productos agrícolas procedentes de EEUU.
Trump se ha quejado en repetidas ocasiones de que China no hizo una gran cantidad de pedidos para productos agrícolas, tal y como el presidente chino, Xi Jinping, le prometió durante su reunión celebrada en Osaka.
Estas acusaciones del mandatario estadounidense no tienen nada que ver con la realidad, considera Cong Liang, secretario general de la Comisión Nacional para el Desarrollo y las Reformas de China. En realidad, los pedidos fueron enviados, si bien algunos acuerdos no han sido completados porque los precios no eran competitivos.
En señal de su buena voluntad, el gigante asiático ha dado recientemente el visto bueno a que cinco empresas privadas compren tres millones de toneladas de soja a EEUU sin pagar aranceles. Mientras tanto, las empresas estatales chinas prometieron comprar aproximadamente 14 millones de toneladas este año.
Los granjeros estadounidenses siguen viviendo, no obstante, una situación muy precaria. En el 2018 su deuda se disparó en 385.000 millones de dólares hasta situarse en los 409.000 millones. Un gran número de agricultores en EEUU acumulan pérdidas sin tener la oportunidad de pagar sus deudas esta temporada.
Distintos expertos advierten que Pekín ya no tolerará más los golpes de Trump.
"China está abandonando su blanda estrategia diplomática y no quiere ser más el saco de boxeo de Trump. Los aranceles del presidente estadounidense amenazan con producir un efecto indeseado y provocar una guerra comercial a gran escala", señaló el economista Chua Hak Bin, de Maybank Kim Eng.