Todo comenzó como un malestar general, nada de qué preocuparse. Sin embargo, 10 días más tarde de los primeros síntomas, fue necesario amputar parcialmente ambos brazos y piernas de Marie Trainer.
"Cuando abrí los ojos no sabía dónde estaba", señaló Marie. "Fue muy difícil descubrir que tuvieron que quitarme las piernas y los brazos ... muy difícil de aceptar".
Marie y su esposo, Matthew Trainer, acababan de regresar a casa de unas vacaciones en el Caribe. Al principio pensaban que era gripe porque sintió náuseas y tenía un fuerte dolor de espalda.
Sin embargo, su situación general empeoró rápidamente.
El equipo de cuidados críticos del Hospital Aultman comenzó tratamientos agresivos, pero, en cuestión de horas, Marie estaba desarrollando sepsis y su condición continuó deteriorándose.
Aparecían nuevos síntomas y empeoraba rápidamente, señaló Gina Premier, hijastra de Marie y enfermera del Hospital Aultman. En solo un par de días Marie fue puesta en coma inducido y fue en ese momento cuando sus extremidades comenzaron a ponerse necróticas y a gangrenarse.
Los análisis de sangre y los cultivos tanto en el Hospital Aultman como en la Clínica Cleveland confirmaron lo peor: capnocytophaga. Los médicos creen que se transmitió después de que los perros de Marie le lamieron un rasguño en el brazo.
Si bien las infecciones graves de capnocytophaga en humanos son raras, la bacteria es común en perros y gatos sanos.
Hasta el 74% de los perros tienen esta bacteria en la boca, pero nunca se enferman. Los gatos también son anfitriones de capnocytophaga, aunque es menos probable que la transmitan a los humanos.
La gran mayoría de las personas que interactúan con las mascotas no se enferman. Sin embargo, las personas con sistemas inmunes comprometidos, los ancianos y las personas mordidas por animales pueden estar en riesgo.