El Reino Unido y EEUU expresaron preocupación tras los desórdenes que estallaron el 21 de julio cerca de la estación de metro de Yuen Long de Hong Kong, en medio de las permanentes protestas que sacuden esta región administrativa de China durante los últimos tiempos.
Washington declaró que le preocupa cómo se garantizan la libertad de expresión y de reuniones en Hong Kong.
Al comentarlo, Hua Chunying dijo que los sucesos en cuestión "no tienen nada que ver con la libertad de expresión y de reuniones" y también reveló que muchos medios locales detectan indicios de que unas fuerzas extranjeras están tras el planeamiento y la realización de esos actos.
"Me interesa saber si las personalidades oficiales de EEUU pueden responder francamente ante el mundo entero a la pregunta sobre el papel que jugó EEUU en los últimos acontecimientos en Hong Kong y qué pretende lograr", señaló la diplomática.
También declaró que "China no consentirá que un Estado extranjero se inmiscuya en los asuntos de Hong Kong" y recomendó a EEUU "quitar de Hong Kong sus manos de manipulador lo más rápido posible".
Los manifestantes abandonaron la ruta acordada con las autoridades y bloquearon las arterias principales de la ciudad.
Durante la protesta, algunos manifestantes arrojaron pintura al emblema nacional en la puerta de la oficina de enlace del Gobierno chino, pintaron insultos sobre el muro exterior del edificio e intentaron irrumpir en el mismo.
La policía respondió con gases lacrimógenos y balas de goma.
Por la tarde, en la estación del metro Yuen Long un grupo de hombres vestidos con camisetas blancas y armados con palos atacó a otro grupo de personas, vestidas de negro, al tomarlas por manifestantes.
Como resultado del enfrentamiento 45 personas quedaron heridas.