A pesar de un significativo avance de las tropas nazis, que les permitió controlar casi el 90% de la ciudad, la Wehrmacht nunca fue capaz de derrotar a los defensores soviéticos.
En noviembre de 1942 comenzó la contraofensiva soviética, cuyo resultado fue la capitulación de las tropas alemanas el 2 de febrero de 1943.
La derrota de la Alemania nazi se convirtió en un punto clave de toda la Segunda Guerra Mundial y representa el principio del fin del nazismo en Europa.
Según las estimaciones, las bajas ascendieron a más de dos millones de personas entre soldados de ambos bandos y civiles soviéticos, lo que convierte Stalingrado en la batalla más cruenta de la historia de la humanidad.