Algo le ocurre a la líder democristiana, pero no se sabe exactamente qué. Propios y extraños observaron, entre incómodos y sorprendidos, como Merkel sufría, el pasado 18 de junio, un ataque de temblores incontrolados que agitaba su cuerpo, mientras recibía al nuevo presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski.
La propia política quitó hierro al asunto, atribuyéndolo a una deshidratación momentánea. Pero el problema se manifestó estentóreamente apenas unos días después, el 27 de junio, a primer hora de la mañana, durante un acto oficial en Berlín. El cuerpo de Merkel empezó a temblar en el acto de despedida de la ministra de Justicia y la bienvenida a su sucesora en el palacio presidencial. Y sufrió un episodio similar el pasado 10 de julio, al recibir en al primer ministro de Finlandia, Antti Rinne.
"Pero estoy bien, no debe haber preocupación por mí", aseguró a la prensa.
Lo cierto es que los tres episodios ocurrieron de repente. Ella intentó controlarlos con dignidad y aplomo pero sin mucho éxito. Los misteriosos temblores no han parado y provocaron, la semana pasada, que Merkel rompiera el protocolo y tuviera que escuchar sentada los himnos nacionales junto a la primer ministra danesa, Mette Frederiksen. Lo mismo ocurrió con la primera ministra de Moldavia, Maia Sandu.
Ella misma ha insinuado que los temblores pueden tardar un poco en resolverse y ha demostrado que espera que su salud le permita seguir trabajando para poner en marcha sus planes para una sucesión controlada, personificada en la actual ministra de Defensa, Annegret Kramp-Karrenbauer o AKK como se la conoce popularmente en Alemania.
Nada seguro
La opinión pública alemana ha respetado, en gran medida, su privacidad. El único medio germano que se ha movido de la foto ha sido el diario más leído del país teutón, el Bild Zeitung, que denunció por internet que el partido de la canciller, la Unión Democristiana (CDU), está censurando el tema y actuando "como si Angela Merkel no hubiera tenido tres ataques de temblores".
Por el contrario, la prensa del resto del mundo no ha dejado de informar de los dichosos temblores, enfocando a la expresión de esfinge de Merkel, cuando aquellos se producían, mientras preguntaba a un tropel de doctores de distintas especialidades para que lanzaran un diagnóstico médico plausible.
No es nada extraño que una mujer sexagenaria (cumple 65 años este 17 de julio) que trabaja muchas horas en un puesto extremadamente complicado y responsable, sufra en un momento delicado un temblor episódico mientras está de pie a pleno sol. Lo que pasa es que esa mujer es nada menos que la líder del país más influyente del Viejo Continente, porque, como subrayó un periodista del periódico Tagesspiegel, "cuando Angela Merkel tiembla, toda la Unión [Europea] tiembla".
Las causas
Una deshidratación pudo desatar la primera ola de temblores, seguida de un sentimiento de ansiedad ante la idea de que pudieran reproducirse en el mismo contexto. La respuesta al estrés es un mecanismo básico de supervivencia y se activa tan pronto como se percibe una amenaza, incluido el temor de que algo pueda suceder.
Según los neurólogos consultados por distintos medios de comunicación, un temblor ortostático puede ser tratado, entre otros métodos, con benzodiacepinas, un medicamento psicotrópico que provoca cansancio y mareo como efectos secundarios por lo que resulta ideal encontrar la dosis correcta para cada paciente y caso.
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La idea viene apoyada por una prueba "forense". La emisora de radio de Baviera Antenne Bayern encargó a una persona capaz de leer los labios para que descifrara las palabras que Merkel musitaba durante el tercer y último ataque. Judith Harter dijo que la política repetía como un mantra "puedo hacerlo" "puedo hacerlo" en un vano intento de animarse y convencerse a sí misma y frenar así el molesto e inoportuno temblor.
Conclusión: la gran tensión acumulada le está pasando una mala jugada a la veterana canciller, que en noviembre sumará 14 años consecutivos a los mandos del barco, alcanzando al legendario Konrad Adenauer (1949-1963). Es lógico que esa circunstancia haya disparado los rumores sobre su verdadero estado físico y psicológico pues Alemania es, para bien o para mal, la locomotora de Europa y, además, la jefa del Gobierno ya dijo en público que no tiene contemplado presentarse a las elecciones federales de 2021, aunque desea controlar el proceso de sucesión y garantizar que su formación política sea, de nuevo, la más votada, por delante de los socialdemócratas.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK