Se trata de la técnica llamada CRISPR, que el científico chino He Jiankui usó para dotar de inmunidad al SIDA a los embriones humanos, un hecho que fue anunciado a finales del 2018 después de que nacieran los primeros bebes con la modificación genética.
Por su parte, el científico ruso optó por tomar otra vía de acción y decidió anunciar su experimento de antemano y recibir los correspondientes permisos por parte de las autoridades, algo que su homólogo chino no hizo y ahora se enfrenta a una investigación.
Ello se debe al hecho de que cada uno de los padres que quieren participar en este estudio es sordo debido a unas mutaciones en su genoma GJB2.
El problema es que cuando los dos padres presentan estas mutaciones, se garantiza que sus hijos serán sordos al nacer.
A pesar de los evidentes beneficios para sus pacientes y una justificación aparentemente mayor en comparación con el experimento chino, Rebrikov se enfrenta a una polémica similar en relación a la modificación genética de embriones humanos.
Aparte de los inherentes riesgos y unas consecuencias impredecibles de tales intervenciones, el científico podría enfrentarse incluso al rechazo por parte de las comunidades de sordos que no consideran que sea necesario curarlos.