Los dos terremotos registrados entre el 4 y el 6 de julio en California volvieron a despertar el temor de los habitantes de esa región por los peligros de encontrarse sobre la 'falla de San Andrés', que cruza todo el Estado de California en EEUU y llega hasta Baja California, en México.
Los sismos, de magnitud 6,4 el primero y de 7,1 el segundo, fueron detectados a 202 kilómetros de la ciudad de Los Ángeles. El último episodio fue el terremoto más fuerte ocurrido en la zona desde 1994, cuando un sismo provocó la muerte de decenas de personas y provocó daños por millones de dólares.
En diálogo con Sputnik, el sismólogo peruano Pablo Ampuero, investigador de la Université Côte d'Azur de Francia, explicó que los terremotos ocurren por la fricción que se produce entre las diferentes placas tectónicas que conforman la corteza terrestre.
"Si pusieras tus dos manos en contacto y las empujaras una contra la otra, en cierto momento se soltarán. Eso es exactamente lo que pasa con la corteza: con los siglos se va acumulando energía por el empuje entre las placas y de pronto se suelta, provocando un deslizamiento a lo largo de las fallas. Eso es lo que básicamente constituye un terremoto", ilustró.
La falla de San Andrés, que tiene una extensión de 1300 kilómetros, es "la más famosa y la más temida en California", aclaró el sismólogo. De todos modos, puntualizó que en realidad la zona "está llena de fallas que son secundarias pero no por eso menos peligrosas".
La capacidad destructiva de la falla de San Andrés ya ha sido probada. El 18 de abril de 1906 se registró allí un terremoto de magnitud 7,9 que dejó más de 3.000 muertos y destrozó las viviendas de casi 300.000 personas.
Cada vez que se produce un terremoto en la zona, los californianos vuelven a preguntarse sobre el 'Big one' ('el grande'), un término utilizado para describir a un gran terremoto que podría llegar a darse en la región producto de la falla de San Andrés.
Ampuero reconoció que la llegada del 'big one' es "la pregunta clásica y natural de cualquier poblador de California", dado que "cuando ocurre un sismo, uno siempre se pregunta ¿qué va a ocurrir después?".
Sin embargo, el sismólogo se mostró cauto en relación a las predicciones de catástrofes: “Lo que sabemos de los terremotos de estos días es que no han ocurrido en la falla de San Andrés y ni siquiera en la misma familia de fallas, sino que están apartados hacia el este".
"Por esa razón, uno no esperaría que estos sismos tengan alguna incidencia en la falla de San Andrés", dijo tranquilo.
Además, el experto consideró que el sismo de 7,9 en 1906 demostró que "los terremotos más grandes que puede generar son de esa magnitud". Una intensidad ya conocida por el ser humano, que encuentra en Suramérica, por ejemplo, casos de terremotos de hasta 9,4, como el ocurrido en Chile en 1960. Aquel temblor fue, comentó, "30 veces más grande que los que genera la falla de San Andrés".
Por supuesto, los científicos aún no son capaces de predecir los terremotos. "Quizás nunca los podamos predecir pero sí podemos prevenir y prepararnos para un terremoto futuro que, sí o sí, va a ocurrir", señaló.
La clave en esa tarea es, remarcó Ampuero, la ingeniería: "construyendo mejor nuestros edificios, respetando mejor las reglas de construcción antisísmica y con otro aporte tecnológico reciente como los sistemas de alerta temprana".
Este tipo de sistemas logran enviar alertas a toda una región apenas se inicia el sismo. De esta manera, la población puede tener "algunos segundos para protegerse antes de que llegue la sacudida más fuerte".
Según Ampuero, las ciudades costeras son la que presentan más problemas a la hora de poder prevenir los terremotos, ya que "los terremotos más grandes ocurren en el mar". Por eso, el equipo que integra en la Université Côte d'Azur trabaja para desarrollar 'sistemas de observación submarinos' que permitan generar alertas eficaces para ciudades costeras como Lima, la capital de Perú o Valparaíso, ciudad costera de Chile.