Estos líderes "se pensaban que estaban tratando con gobiernos anteriores (…que) venían para acá y demarcaban decenas de áreas indígenas, demarcaban "quilombolas", ampliaban área de protección, o sea, dificultaban cada vez más nuestro progreso aquí en Brasil", dijo el mandatario en referencia al presidente de Francia, Emmanuel Macron, y la canciller de Alemania (jefa de Gobierno), Angela Merkel.
Bolsonaro explicó estos días que, en el G20, le dijo a Merkel que Brasil es víctima de una "psicosis ambientalista"; poco antes de la cumbre, la líder alemana había confesado que sentía "gran preocupación" por las acciones del Gobierno brasileño en relación al medio ambiente y en especial sobre la deforestación de la Amazonía.
También hubo tensiones con Macron, quien defendió que Francia no firmaría ningún acuerdo (en alusión al tratado de libre comercio entre la Unión Europea y el Mercosur) con países que no se comprometieran a permanecer en el Acuerdo de París sobre el cambio climático, en alusión a Bolsonaro, que en varias ocasiones dejó la puerta abierta a que Brasil dejara el tratado, como hizo EEUU.
El líder ultraderechista también relató a los parlamentarios que dio un "rotundo no" a Macron, que le pidió que tratara las cuestiones ambientales en presencia del cacique Raoni, líder de la etnia kayapó, que en las últimas décadas ganó amplia visibilidad por su lucha en favor de los pueblos indígenas y de la Amazonía.
"No reconozco a Raoni coma autoridad aquí en Brasil, él es un ciudadano como otro cualquiera, al que debemos respeto y consideración", dijo el presidente.
El Gobierno brasileño podría acabar con este sistema, luego de que Noruega y Alemania se negaran a aceptar las nuevas reglas que propone el equipo de Bolsonaro, que entre otras cosas pretendía usar el dinero para indemnizar a propietarios rurales que hayan sido afectados por expropiaciones para crear reservas ambientales.