Huelga minera en Chile: la tensión no cesa
La oferta de la empresa incluye un aumento salarial de 1,2% y un bono por terminar el conflicto. Pero, a pesar de que podrían acordar en este sentido, los huelguistas también exigen disminuir las brechas salariales entre trabajadores nuevos y antiguos. Además, pretenden participar en el proceso de reestructuración por el que se pasará de trabajar a cielo abierto a trabajar de forma subterránea, con los crecientes riesgos para la salud y seguridad que esto conlleva.
Cristián Sánchez, académico de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura, de la Universidad Central de Chile, especializado en minería, habló con Sputnik sobre el tema. Según explicó, la mina Chuquicamata es "muy vieja" y por sus "cerca de 100 años de funcionamiento" cada vez es más difícil obtener los minerales, lo que obliga a una reestructuración.
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Reestructuración que —apuntó— debería extenderse a la actividad en todo el país, puesto que los precios internacionales han bajado, disminuyendo también las utilidades de las compañías. "En 2012 teníamos precios que bordeaban los 4 dólares por libra de cobre. Ahora tenemos a 2,5 dólares la libra, y eso se traduce en menores utilidades", explicó.
A esto se suma el alto salario de los trabajadores chilenos si se los compara con la región, que pueden llegar a ganar hasta 5.000 dólares por mes en el caso de los más cualificados.
"Cuando existen conflictos mundiales donde los precios de los metales caen, el costo directo más caro que se genera es el costo de las horas hombre, de los mineros en particular. Esta hora en Chile es muy cara si lo comparamos con Perú. Estamos más o menos entre un 30% un 40% sobre lo que allí se paga", dijo Sánchez.
Aunque la actividad no es tan rentable como en el pasado ni tiene una proyección a largo plazo —por la escasez del recurso—, el país andino no invierte en otras fuentes de generación de riqueza. En cambio, consolida su dependencia de los consumidores extranjeros que compran su materia prima y solo invierte medio punto de su PBI en innovación, mientras que los países desarrollados destinan más de 5% de su Producto Bruto.