Según el estudio de los científicos publicado en la revista Nature, el individuo tenía un cráneo más grande que las belugas y los narvales. Sin embargo, la morfología estaba más cercana a la de las belugas.
El análisis confirmó que el cráneo pertenecía a un híbrido de narval y beluga. Según los hallazgos del estudio, se trataba de un macho, cuyos padres eran una hembra de narval y un macho de beluga. En este caso, se cree que los individuos de estas especies dejaron de cruzarse hace unos cinco millones y medio de años.
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Otro hecho interesante fue que la estructura del cráneo de la criatura daba información acerca de su dieta. Si las belugas y los narvales buscan comida en la superficie del agua, entonces sus crías están descendiendo a grandes profundidades.