Según los científicos de Alemania, Bélgica, Estados Unidos y Rusia, la razón de esto se debe buscar en la recesión, que tuvo lugar como resultado de los eventos geopolíticos en la agricultura de los países de la antigua URSS. Debido a esto, sus habitantes comenzaron a comer menos carne, el ganado producía menos metano, mientras que las tierras abandonadas capturaban más dióxido de carbono.
Los autores del reciente estudio publicado en la revista científica Environmental Research Letters han descubierto cómo sucede esto en el ejemplo de la agricultura en el territorio de la antigua URSS. Utilizaron datos de la FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos y el modelo GLEAM. En la ONU, este modelo se utiliza para calcular el volumen de gases de efecto invernadero emitidos por animales de granja.
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La agricultura de las repúblicas de la antigua URSS cambió mucho en comparación con su estado antes del colapso de la Unión: de 1992 a 2011, el número de reses y cerdos se redujo a la mitad, el consumo de carne bovina, que en 1990 fue el mayor de Europa, disminuyó de 32 a 14 kg por año.
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Todo esto ha reducido significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero. Desde 1992 hasta 2011, el territorio de la antigua Unión Soviética produjo 7,61 Gt menos de equivalentes de dióxido de carbono, un 35% menos, de lo que podía. A modo de comparación: esta es una cuarta parte de la cantidad de carbono emitido a la atmósfera como resultado de la destrucción de los bosques en América del Sur durante el mismo período. Los campos abandonados, cubiertos de bosques, acumularon 4,01 Gt de equivalentes de dióxido de carbono, que es más que las emisiones de la deforestación en el Gran Chaco de América del Sur, donde se redujeron 14,2 millones de hectáreas de bosques de 1986 a 2013 , por lo que la atmósfera obtuvo 3 Gt equivalentes de CO2.
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Los autores del estudio creen que si se continuara produciendo carne en Eurasia, esto podría reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Además, los científicos creen que sería posible reducir la cantidad de emisiones comiendo menos 'carne roja'.