"El esfuerzo internacional más ambicioso e integral por el bien del pueblo palestino" implica recaudar 50.000 millones de dólares para su economía, duplicar el PIB y reducir la pobreza a la mitad en 10 años.
El plan prevé crear en los diez próximos años más de un millón de empleos, reducir el nivel de pobreza en un 50%, así como bajar el desempleo.
"Para recoger esas inversiones, el programa apoyará los pasos en caminados a desarrollar la cooperación de Palestina con Egipto, Israel y Jordania, a fin de reducir las barreras reglamentarias al movimiento de bienes y personas", indica el documento que también habla de apoyar la construcción de la infraestructura necesaria para la prosperidad del pueblo palestino y sus empresas.
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Se indica que el plan ayudará a atraer miles de millones de dólares de inversión en sectores como la electricidad, el agua y las telecomunicaciones, aumentando la capacidad de producción y creando redes efectivas de distribución y distribución.
"Este programa dará un impulso a las economías de Egipto, Israel, Jordania y el Líbano y reducirá las barreras comerciales en la región", advierte el texto.
La segunda parte del documento está dedicada al desarrollo del sistema educativo, la atención médica y la mejora de la calidad de vida.
Se planea la creación de al menos una universidad, que debe situarse entre las primeras 150 universidades del mundo, la reducción de la mortalidad infantil de 18 a 9 por cada 1.000 personas y el aumento de la esperanza de vida de 74 a 80 años.
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EEUU anunció previamente que presentará la parte económica de su plan en la reunión que se celebrará del 25 al 26 de junio en la capital de Bahréin, con participación de ministros de Finanzas y líderes empresariales regionales y mundiales.
Entretanto, los palestinos han declarado que no acudirán a la cita, puesto que ni siquiera se les ha consultado a la hora de preparar la cumbre económica.
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La dirección palestina ya boicotea a Estados Unidos desde diciembre de 2017, cuando Trump reconoció a Jerusalén como capital de Israel y ordenó el traslado a esta ciudad de la embajada norteamericana, desde Tel Aviv.