"Se consiguió el primer punto después de participar en tres mundiales, y hacía 12 años que no se clasificaba a un mundial. El equipo se plantó de una manera que difícilmente podamos olvidar. Hay un antes y un después de Francia 2019", dijo Santino.
Ella es directora técnica del Club La Nuestra de la Villa 31, en Buenos Aires, que a su vez forma parte de la Coordinadora Sin Fronteras de Fútbol Feminista, donde reivindican el derecho de las mujeres a jugar al fútbol como parte de la agenda del movimiento feminista.
"Desde el 2007 La Nuestra es un proyecto de fútbol para niñas, adolescentes y adultas, que no solo tiene que ver con el fútbol sino con tomar este deporte como una herramienta para erradicar la violencia de género y empoderar a las mujeres en el barrio", agregó.
El fútbol en Argentina, y en muchos otros países latinoamericanos, es mucho más que un deporte, tiene un significado social muy grande y es "un escenario político de muchas disputas". Por eso, para Santino, es tan importante que las mujeres comiencen a hacerse su lugar, y dejen de estar en un segundo plano.
"Hay una brecha enorme entre lo que percibe un jugador varón y una mujer. Hay superestrellas que han tomado posturas rebeldes frente a esto", añadió la activista feminista argentina.
Un caso es el de la noruega Ada, ganadora del Balón de Oro, que se negó a jugar el mundial. Otro es el de la brasileña Marta, que en protesta contra uno de sus sponsors, porque cobra menos que los hombres, se quitó de los botines el logo de esta empresa.