Unificador, conciliador, pacificador. Las características que se le adjudican a Alberto Fernández parecen más las de un diplomático y poco tienen que ver con la impronta que ha caracterizado desde siempre a los carismáticos líderes del peronismo, un movimiento político verticalista y piramidal, definido por el culto a la personalidad.
Vuelvo a encontrarme con un viejo amigo, un maestro y una gran fuente de inspiración para la misión que nos espera a los argentinos. #EntreTodos pic.twitter.com/Tniv18fZal
— Alberto Fernández (@alferdez) 31 de mayo de 2019
La fórmula la encabeza él pero la potencia, la carga semántica, la ideología son todas adjudicables a ella. Las decisiones, hasta ahora, también. Cristina Fernández de Kirchner es el cerebro del movimiento, Alberto Fernández, su designado ejecutor.
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"Es un político tradicional, de rosca y diálogo. No tiene peso electoral propio ni una organización que le responde. Su poder como presidente residiría en su capacidad negociadora y su lapicera, la que firma cheques y decretos", dijo a Sputnik el analista político Andrés Malamud.
La senadora, quien se enfrenta a numerosas causas judiciales y cuenta también con el rechazo de gran parte del electorado, decidió evitar la división de la oposición justicialista. La jugada fue astuta y logró tirar por tierra el armado del frente alternativo, opuesto tanto a Macri como a la figura central de Cristina. Alberto fue clave en la subordinación de Sergio Massa, una de las figuras emblema del peronismo 'anti K'.
Fernández es abogado especialista en Derecho Penal, cátedra para la que sigue siendo docente en la Universidad de Buenos Aires. Es un político de larga trayectoria e inició sus actividades a mediados de la década de 1980. Entre 1989 y 1995 ejerció como superintendente de Seguros de la Nación, durante la presidencia de Carlos Menem (1989-1999).
En 1998 apoyó la candidatura presidencial de Eduardo Duhalde, quien años más tarde fue presidente interino (2002-2003), y junto a este fue uno de los impulsores de la figura de Néstor Kirchner, primero como su jefe de campaña y luego como jefe de Gabinete de ministros durante su presidencia (2003-2007).
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Continuó en este cargo durante el primer año de Gobierno de Cristina pero sus diferencias con la mandataria lo llevaron a renunciar. Durante los siguientes años cortó relaciones con la entonces presidenta y se transformó en un impulsor de figuras del peronismo opositor, primero de Massa y después de Florencio Randazzo, exministro de Interior y Transporte.
La diferencia entre el accionar de Alberto Fernández con otras figuras del peronismo es que nunca buscó el poder para él mismo y que, por más que tomó partido por tal o cual personaje en las internas del movimiento, nunca cortó del todo el vínculo con nadie. Nuevamente cerca de la principal figura del peronismo, Cristina, su papel es el de aglutinador en un momento crítico en la Argentina. A fin de cuentas, nadie unió más al peronismo... que Macri.