Un tren atropelló a Alberto Fresneda, Jack Gilbert y Harry Scott-Hood en la línea más transitada de "una de las ciudades más restrictivas" de Occidente y con una "política de persecución implacable" de los "escritores" del arte urbano, según denuncia a esta agencia el distinguido corresponsal español.
Fresneda habló con Sputnik horas después de la presentación, en el teatro Cervantes de la capital británica, de su libro "Querido hijo: carta de amor incondicional a Alby, que se nos fue muy pronto".
La publicación, que incluye un preciso epílogo escrito por la madre, nació a partir de una primera epístola que Fresneda escribió para El Mundo.
"Duele contarlo, pero duele más callárselo y, como Isabel dice en el epílogo, el dolor es una mala hierba y hay que arrancarla", afirma.
Terapia del dolor compartido
La reflexión sobre el duelo fluye en paralelo con la trayectoria de Alberto desde su infancia en Nueva York, las vacaciones en España y su salto a Londres —como Alby a los pocos meses— hasta su prematura partida apenas cumplidos los 19 años.
Trip fue su última firma artística, un "tag" que aún deslumbra en pasadizos, en muros del circuito ferroviario y en lo más alto de fachadas de distintos barrios.
"Es un libro con tres patas —su vida personal, el duelo, el grafiti— y una cuarta línea de fondo, que es la relación casi siempre conflictiva entre padre e hijo en la adolescencia", resume.
Arrancó, agrega, como "un "trip" del ego, una terapia personal y una cosa entre padre e hijo" que fue ampliándose hasta abrazar a "más de 80 personas" en incontables "visitas por todos los sitios que significaron algo en su vida".
"Fui descubriendo que salir al encuentro de otros, hace el dolor más llevadero; el dolor compartido es menos doloroso", apunta.
De una vecina de Conil de la Frontera, el pueblo de Cádiz donde veranea con su familia, aprendió que "la escuela del dolor te ensancha el corazón", que "quedarte el dolor para ti es dañino".
"El mensaje subliminal del libro es que se ha de quitar el velo de silencio y tratar la muerte como algo natural", advierte.
Guerra contra el grafiti
Con el muro improvisado sobre el césped del parque de Alejandra, los padres de los tres grafiteros recordaron con pesar y contenida ira que únicamente hay ocho paredes "legales" en todo Londres para artistas del aerosol.
"La guerra contra el grafiti lo único que consigue es llevar a los chavales a jugarse la vida, Londres es de las ciudades más restrictivas, con una política de persecución implacable", añade, avalado por estudios académicos.
Fresneda denuncia la "represión" implícita en la política de Transporte de Londres, el ente público dependiente de la alcaldía unitaria de la urbe.
Aboga por un cambio de cultura porque el grafiti "está muy estigmatizado" pese a la fama, riqueza y poderío de artistas que, como Banksy, dejan su huella en fachadas urbanas.
"Es un ritual iniciático para cualquier chaval con un mínimo de inquietudes artísticas; sale a la calle con un rotulador y un bote de espray, y contra eso no hay nada que hacer", lamenta.
Isabel Carrasco insta a padres e hijos a abrirse los unos a los otros y anima a los temerarios del aerosol a perseguir sus sueños sin arriesgarse hasta el extremo.
"No merece la pena jugarse la vida", resalta Carlos Fresneda en el primer aniversario de la trágica muerte de Alby, alias Trip.