Moldavia es un país pequeño, emparedado entre Ucrania y Rumanía, donde las tensiones políticas son realmente serias. Además, es una nación europea que desde hace mucho tiempo viene sufriendo dos flagelos: la oligarquía y la corrupción; los dos están estrechamente relacionados. Los dos activamente interfieren en el proceso político y este mismo hecho impide el desarrollo del país.
Los que se quedan en Moldavia a menudo viven una situación de miseria. Para más inri, en estos días el país acaba de tener la peor crisis política en toda su historia. Los socialistas prorrusos y la coalición proeuropea ACUM hicieron frente a los 'demócratas' controlados por el magnate más rico del país.
Las raíces de la crisis
Como resultado de la votación parlamentaria tres partidos consiguieron escaños prácticamente a partes iguales. El Partido Socialista —al que pertenece el presidente Igor Dodon—, que reunió 35 escaños, mientras que los proeuropeos del Partido Democrático y la coalición ACUM se hicieron con 30 y 26 escaños, respectivamente.
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En este sentido, sería oportuno explicar quién está detrás de los 'demócratas' moldavos. Se trata de Vlad Plahotniuc, el hombre más rico del país. Actualmente es parlamentario y líder del Partido Democrático. Se le acusa de ejercer control clandestino sobre las fuerzas políticas y de estar involucrado en actividades delictivas.
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El presunto acuerdo suponía un cambio radical en la política exterior del país, que incluía la federalización del mismo, es decir, la creación de un Estado unido con Transnistria en forma de federación, un paso al que los grupos proeuropeos normalmente se oponen.
Las negociaciones en cuanto a la coalición entre diferentes partidos moldavos se llevaron a cabo durante casi tres meses, pero todo en vano.
La escalada
La situación empeoró cuando el Tribunal Constitucional de Moldavia falló el 7 de junio que el día siguiente sería el último para formar Gobierno. En caso contrario, el presidente debería disolver el Parlamento y convocar nuevas elecciones.
El Parlamento también proclamó que Moldavia es un 'Estado capturado' en el que todos los organismos públicos, incluido el Tribunal Constitucional, se encuentran bajo el control de Vlad Plahotniuc. La respuesta de este último no se hizo esperar mucho. En la madrugada del 9 de junio el Tribunal Constitucional declaró sin efecto legal las decisiones del Parlamento.
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El organismo judicial suspendió al presidente Dodon y nombró al ex primer ministro Pavel Filip —que forma parte del círculo íntimo de Plahotniuc— presidente interino de Moldavia. Filip disolvió el Parlamento moldavo e instó a unas elecciones anticipadas para el 6 de septiembre de 2019. La asamblea hizo caso omiso de la decisión y continuaron desempeñando sus funciones.
Cada una de las autoridades se consideró la única legítima, pero el pueblo no parece estar de acuerdo.
Según el sondeo realizado por la compañía moldava Date Inteligente, el 47% de los encuestados creen que solo el Gobierno de Maia Sandu es legítimo, el gabinete de Filip contó solo con el 18% de apoyo popular. Hubo también los que consideraron que ninguno de los dos es legítimo, un tercio.
La situación se resolvió de manera bastante inesperada. Tras una semana de confrontación entre dos Gobiernos, el Partido Democrático de Moldavia anunció este 14 de junio que Pavel Filip y todos los ministros de su Gobierno dimitirían. Por ahora no se sabe quién o qué influyó sobre el Partido Demócrata.
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El presidente de Moldavia ya felicitó a sus compatriotas por la victoria, pero agregó que no es el final.
En estos momentos queda poco claro cómo se va a desarrollar la situación, pero una cosa es evidente: a Moldavia todavía le espera un largo y difícil camino hacia la reconciliación política.