Pese a haber pasado décadas debajo del agua, la fachada del convento está en muy buen estado. No obstante, tras el terremoto del 7 de septiembre de 2017, tres de sus paredes se derrumbaron, además de otros daños.
El convento es lo único que quedó del pueblo de Quechula; el resto del asentamiento se inundó por completo. Los lugareños fueron evacuados tras la construcción en 1966 de una de las hidroeléctricas más grandes del país, la central Nezahualcóyotl, mejor conocida como presa Malpaso.