Sputnik habló sobre el tema con Luigi Mariani, el que fuese presidente de la Asociación Italiana de Agrometeorología y, actualmente, docente de la Universidad de Milán. Autor también de multitud de publicaciones sobre agricultura, Mariani es también coordinador de la red de investigadores sobre agronomía y agricultura de Italia SETA.
"Una cosa es cultivar productos orgánicos según la demanda del mercado y otra dedicarse al márquetin bío poniendo énfasis en lo malo que es el resto de la producción agrícola que hoy alimenta al mundo (…) Si hoy en día hay gente que prefiere materia prima orgánica y está dispuesta a pagar por ella el doble o el triple, perfecto, pero no creo que el resto de la población se lo pueda permitir", dice convencido Mariani.
"Habría que decidir a quién sacrificamos. Y como no nos vamos a sacrificar a nosotros mismos, quien saldría perdiendo sería la población pobre de los países en vías de desarrollo", dice.
¿Pero qué es exactamente un producto bío?
Mariani nos lo aclara: un producto que se ha producido sin hacer uso de una serie de tecnologías. Es el caso de los abonos sintéticos, comúnmente conocidos como productos químicos, y gracias a los cuales a día de hoy se ha conseguido aumentar la producción de proteínas hasta tal punto que de ellos depende el 50% de las que consumimos a diario. El investigador pone el punto de mira en el márquetin.
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"Los que se dedican al márquetin dicen a menudo que a la hora de producir productos orgánicos no se utilizan pesticidas, pero no es cierto porque también en estos casos se siguen utilizando. Lo que pasa es que no se utilizan pesticidas nuevos, sino sustancias más tradicionales como el sulfato de cobre, las piretrinas, la azadiractina o el spinosad", revela.
¿Difiere la calidad de los productos bío de la de los normales?
"Los agricultores no son envenenadores en serie (…) sino empresarios que protegen sus cultivos de todo lo que daña sus cultivos", dice.
Insiste en que comprar un producto bío no implica que no se hayan utilizado productos químicos porque lo que certifica esa etiqueta es "el proceso" y no "el propio producto".
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En cualquier caso, Mariani deja claro que no hay de qué preocuparse. Los productos con la etiqueta de orgánico o bío no hacen daño a nadie y cada uno puede comprar lo que crea más oportuno. Para prueba, dice, la frase célebre de Paracelso: "La dosis hace el veneno".