Cuando en 1985 Martí decidió salir al campo de batalla y dar su vida por la independencia de Cuba, quizás nunca pensó en el viaje que le esperaba a sus restos después de la muerte. Qué pasará con su cadáver no es preocupación para aquel que piensa en todo un país.
Hasta este pequeño lugar llegan cientos de cubanos cada 19 de mayo para rendir tributo al héroe nacional. El cementerio de Remanganaguas estaba muy cerca del lugar donde cayó pero era un sitio muy humilde, y los restos del apóstol sufrieron un gran deterioro, por lo que fueron exhumados y trasladados a la necrópolis general de Santiago de Cuba: Santa Ifigenia.
El 23 de mayo de 1895, los restos de Martí fueron exhumados nuevamente. Ante las dudas surgidas por la muerte del líder cubano, el Gobierno español quiso hacer una plena confirmación y ordenó desenterrar el cadáver para una autopsia. Tras la confirmación, los restos de Martí fueron devueltos a Santa Ifigenia el 27 de mayo de 1895, específicamente al nicho 134 de la galería sur, según describe la enciclopedia Ecured.
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Pero este nuevo lugar tampoco cumplía las condiciones dignas para tan célebre figura. Fue así como ocurrió un tercer entierro, motivado por una disposición sanitaria del entonces Gobierno intervencionista de EEUU, que ordenó la demolición de los antiguos nichos del cementerio.
Habían pasado 12 años de su muerte en combate y según se guarda en la historia de Cuba, fue entonces que Martí tuvo un entierro digno. Alrededor de la tumba se podían leer algunas lápidas con sus frases más prominentes, además de que en la exhumación participó su hijo, a quien Martí dedicó el poemario Ismaelillo.
En 1946, durante el Gobierno de Ramón Grau San Martín, se convocó a un concurso nacional para construir una tumba digna al apóstol. Para ello, los restos de Martí debían ser trasladados al retablo de los héroes en el mismo cementerio, lo que ocurrió el 8 de septiembre de 1947.
El 29 de junio de 1951 se rindió nuevamente tributo a Martí con un velorio que duró toda la noche en la ciudad de Santiago. De los 18 proyectos recibidos, fue seleccionada la obra del arquitecto Jaime Benavent y el escultor Mario Santi. Cada cubano donó 20 centavos, para financiar el proyecto.
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Desde el 30 de junio de 1952, los restos mortales de José Martí descansan en un mausoleo que se construyó del cementerio Santa Ifigenia. El mausoleo tiene una forma hexagonal que en su interior guarda los restos de Martí dentro de una urna de bronce, cubierta con la bandera cubana.
Antes de depositar sus restos, el fondo de la urna se rellenó con tierra de todos los países de América, un descanso digno para el hombre que con su pensamiento latinoamericano luchó por la independencia de todos los pueblos de la región.