La montaña más alta del planeta se ha convertido en una 'tumba del hielo'

El alpinista británico Robin Haynes Fisher murió el 25 de mayo por posible mal de montaña a medida que estaba descendiendo de la cumbre del Everest.

"Con la única ruta hacia la cima, los retrasos causados por la acumulación de gente podrían ser fatales, por eso espero que mi decisión de subir el 25 de mayo coincida con la menor cola de alpinistas. Claro está, a menos que otros jueguen el mismo juego de la espera", escribió Fisher en su cuenta de Instagram el 13 de mayo.

Desgraciadamente esta estrategia no le evitó la muerte.

La cumbre del Monte Everest se sitúa a unos 8.848 metros. A esta altitud cada respiro contiene tan solo un tercio del oxígeno que puede hallarse al nivel del mar. La mayor parte de las personas puede pasar en la cima tan solo un par de minutos sin suministro extra de oxígeno.

El guía Adrian Ballinger comunicó  a la cadena CNN que las condiciones meteorológicas adversas registradas durante esta temporada de escalada condujeron a una acumulación excesiva de gente en la cima los pocos días que hizo buen tiempo. Además, los problemas fueron exacerbados debido a la falta de experiencia de varios equipos. Según  Ballinger, los alpinistas oficialmente mueren por agotamiento pero usualmente eso significa que todos los fallecidos se quedaron sin oxígeno al pasar demasiado tiempo a altitudes extremadamente altas.

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"Estas muertes fueron totalmente prevenibles ya que se debieron a la falta del juicio acerca de la dificultad de las condiciones meteorológicas en esta temporada", aseveró.

El vídeo que fue publicado por Everest Today en Twitter confirma las palabras del guía acerca de las largas colas que se formaron en mayo en la cordillera del Himalaya.

Keshav Paudel de la empresa Peak Promotion, que organiza viajes al Everest, comunicó a la agencia AFP que el alpinista indio Nihal Bagwan, uno de los diez fallecidos, permaneció atascado en el tráfico durante más de 12 horas y se agotó.

Al encontrarse a altitudes muy altas los alpinistas corren riesgo de sufrir el mal agudo de montaña (MAM) que no es fatal pero afecta un 77% de las personas que deciden subir a las montañas de más de 1.850 metros sobre el nivel del mar. Los alpinistas con MAM tienden a sufrir dolor de cabeza, tener náusea, vomitar,  sumirse en el letargo y estar mareados, informa el portal Live Science.

Según la agencia BBC, más de 4.800 alpinistas trataron de conquistar la cima más alta del planeta desde 1921 hasta la fecha. Aproximadamente 300 personas perdieron su vida en el peligroso intento.  Dos tercios de los fallecidos todavía se encuentran enterrados en la nieve y el hielo del Everest. Sin embargo, el calentamiento global y el derretimiento de los glaciares exponen poco a poco los cadáveres de las personas que han desaparecido en este lugar.

"Nosotros hemos bajado cuerpos muertos de varios alpinistas que han fallecido en los últimos años, pero los que murieron hace más tiempo todavía permanecen enterrados y ahora empezarán a aparecer", declaró el expresidente de Nepal Mountaineering Association, Ang Tshering Sherpa.

La temporada primaveral de escalada del Everest suele comenzar a finales de abril y dura hasta finales de mayo.

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