— Las compañías alemanas constituyen la comunidad empresarial extranjera más grande de Rusia. ¿Cuál cree que es la receta de un negocio exitoso en Rusia?
— Creo que hace falta tenacidad y creencia en el mercado, puesto que las circunstancias políticas y económicas pueden cambiar. Además, para recibir el apoyo necesario en Rusia es importante interactuar con las autoridades.
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Por ejemplo, nosotros colaboramos con el Gobierno y el gobernador de la región de Leningrado, así como con Moscú y el Ministerio de la Industria y Comercio.
— ¿Qué dificultades hay en el mercado ruso?
— Ante todo, las dificultades se deben a las sanciones, en particular cuando se trata del control de exportación. Además, los proveedores locales no están lo suficientemente cualificados en un sector tan tecnológico como es el de las turbinas de gas. Pero yo creo que más que un problema, es una tarea pendiente.
— Siemens invierte mucho en la localización de producción en Rusia. ¿Por qué es eso tan importante para la compañía?
— En realidad se podría decir que Siemens inventó el concepto de localización. En 1853, Carl von Siemens abrió la primera oficina en San Petersburgo. Ya entonces 'Siemens' estaba haciendo realidad la idea de la localización.
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Por otra parte, Rusia se esfuerza por traer nuevas tecnologías al país para no depender de los retos políticos. Por nuestra parte, queremos estar más cerca del cliente y proporcionar servicios de mantenimiento a nivel local.
— Cuéntenos brevemente sobre su fábrica en San Petersburgo.
— La planta es bastante grande: tiene un área total de más de 13.000 metros cuadrados. Hemos invertido más de 110 millones de euros (122 millones de dólares) en la construcción del edificio y el equipamiento.
Recientemente uno de nuestros clientes dijo que nuestra fábrica tiene la apariencia de "un trocito de Alemania en Rusia".
— ¿Qué temas son hoy en día los más importantes en el diálogo comercial con Rusia?
— Ante todo, hace falta tener una idea muy clara sobre los objetivos políticos y económicos en Rusia. Así, Siemens quiere localizar sus tecnologías y al mismo tiempo tenerlas bajo control durante el proceso de localización.
También hace falta desarrollar el 'sistema ecológico' de fabricación y de suministros en Rusia.
— ¿Antes de llegar aquí, tenía algún estereotipo sobre Rusia?
— Solo positivos. Lo digo basándome en la experiencia de trabajo en muchos otros países. En Rusia no he notado grandes diferencias. Aquí no hacen falta cursos de formación en comunicación intercultural. Cuando nuestros colegas alemanes vienen a trabajar aquí, no tardan en integrarse.
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Hace más de cuatro años que trabajo en Rusia y sigo teniendo una actitud muy positiva. Lo que me gusta de Rusia es su variedad. La variedad de regiones y de la naturaleza. Aprovecho cada oportunidad para viajar por Rusia y no para de inspirarme.
— ¿Qué lugares en Rusia le inspiraron en mayor medida?
— Me impresionó mucho el lago de Ládoga, el más grande de Europa. También estuve en el lago Baikal y en los Urales. Mientras que en la región del Volga sigue habiendo huellas de los comerciantes alemanes del siglo XVII.
Ellos dieron inicio al comercio entre Alemania y Rusia, así que la cooperación entre nuestros países tiene una tradición muy larga.
— ¿Qué es lo que destaca a la mentalidad rusa en comparación con la alemana?
— Los alemanes trabajan con mucha concentración. Si planificamos algo, lo hacemos con mucha atención al detalle. Los rusos pueden desviarse del plan, son más flexibles.
Eso siempre me sorprende de una forma agradable. Con ello, al atenerse a unos determinados estándares de calidad, tales como los que tenemos en la industria de las turbinas de gas, la flexibilidad tiene sus límites.
— ¿Está contento con su trabajo en Rusia?
— Sí, porque aquí no te aburres. Constantemente hay imprevistos, en su mayor parte positivos, pero a veces también negativos y hay que superarlos. Lo único de lo que te puedes olvidar en Rusia es de la rutina.
Para los que tengan el deseo y disposición para experimentar, Rusia es un país adecuado para trabajar.
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