"El cruce fue peligroso y difícil, pero el momento más maravilloso fue ver tierra y el bote con mis amigos y mi familia llevándome en el océano", indicó en diálogo con esta agencia.
Kóniujov, que además es pintor y escritor, se convirtió así en el primer ser humano en cruzar en una embarcación a remo el Cabo de Hornos, en el extremo sur de Chile, donde las olas llegaron a superar los 7 metros de altura por ser una zona donde se encuentran las corrientes del Océano Atlántico y el Pacífico.
Precisamente uno de los retos del viaje, que termina por convertirse "en un trabajo monótono", es "aguantar cuando el bote se mueve de un lado a otro", señaló Kóniujov.
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"Sólo hay horizonte, no hay colores brillantes, el cielo es gris, no hay sol, hay lluvias; tampoco hay voces, sólo ruidos, por eso con cada brazada yo rezaba miles de veces", comentó el explorador, que también es desde 2010 sacerdote de la iglesia ortodoxa rusa.
El navegante puntualizó que durante los meses que navegó por el hemisferio sur tuvo que dormir sentado y sin poder descansar más de dos horas seguidas ante la necesidad de conducir el bote.

"Tenía que comer comida concentrada, que tiene calorías pero no tiene ni color ni sabor, de modo que me desacostumbré a sentir olores y sabores", relató Kóniujov, quien señaló que en el mar no hay olor, si bien en las costas sí.
Un equipo integrado por diez personas y que dirige su hijo Oscar acompaña en todo momento al explorador, que dio cuatro veces la vuelta al mundo, además de cruzar el Océano Atlántico en velero en 15 ocasiones y una vez más en bote a remo.
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"Él estaba más preocupado que yo, porque mi trabajo era remar, pero él tenía que seguirme en un viaje que genera nerviosismo porque el bote se puede destruir en cualquier momento; así se hizo más canoso", bromeó al lado de su hijo.
"Por primera vez en la historia, atravesó a remo el océano hacia el Cabo de los Hornos, pero lo más importante es que es la primera persona que atravesó el Pacífico en dos sentidos, pues en 2014 viajó de Chile a Australia, y ahora hizo el viaje a la inversa", destacó.
Su progenitor, que viajó desde Nueva Zelanda sobre un bote de color naranja bautizado como Akros, reveló que cada trayecto que emprende requiere una nueva embarcación.
"No haría estas expediciones siendo joven, porque ahora tengo fuerza moral, física y experiencia, pero de joven sólo tendría fuerza física", afirmó Kóniujov.
El explorador ruso, que a su llegada a puerto es acogido por las autoridades de cada país que visita, reconoció que suele echar de menos a sus seres queridos, aunque también está acostumbrado a ese modo de vivir.
Habituado a ejercer de capitán, mecánico, cocinero o navegante según las condiciones y etapas de la travesía, el reconocido explorador admitió que la realización de sus viajes con una segunda persona "sería más fácil desde un punto de vista práctico, pero más difícil psicológicamente".
Felicitación de Putin
El embajador Feoktístov subrayó la admiración que en Rusia y otros países muestran por las numerosas gestas de Kóniujov, sobre todo en Argentina, donde la diáspora rusa que vive en este país, y que alcanza a 300.000 personas, tendrá la oportunidad este sábado de conocer al viajero.
"Este tipo de viajes son importantes también para los que viven aquí, la mayoría de los cuales se radicaron hace mucho, porque este tipo de expediciones muestran cómo es Rusia y qué hace, y ayudan a contrarrestar las opiniones falsas que de vez en cuando se difunden", sostuvo el jefe de la diplomacia rusa.
El embajador leyó una carta dirigida al viajero del presidente de su país, Vladímir Putin, en el que el mandatario felicitaba a Kóniujov "por la finalización de la primera etapa de su viaje en el hemisferio sur" tras haber navegado más de 10.000 kilómetros y haber alcanzado por primera vez en un bote de remos el Cabo de Hornos.
"Millones de personas admiran su valentía contra viento y marea" en una "expedición única", lo que representa "un logro importante para la juventud que tiene interés en estos logros biográficos", destacó Putin en su misiva.
Por su parte, el embajador invitó al prestigioso viajero a mostrar en una exposición algunas de las obras que Kóniujov ha pintado como bitácora de sus viajes.
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Además de ser integrante de la Unión de Escritores de Rusia y de la Academia de Bellas Artes de la Federación de Rusia, Kóniujov ha sido distinguido con el premio Nikolái Miklujo-Maklái (Medalla de oro) de la Sociedad Geográfica de Rusia en 2014 y el Premio "La Fe y la Fidelidad" de la Fundación del Apóstol Andrés en 2017.
El viajero también fue galardonado hace dos años con la Orden de Honor de la Federación de Rusia por su compromiso y capacidad para superar obstáculos en situaciones extremas y por sus hitos en sus expediciones en solitario.