Según explica la compañía, los fusiles de asalto se ponen a prueba no solo durante las fases de desarrollo, sino también cuando se fabrican en serie: en cada lote se seleccionan al azar varias unidades que deben superar todas las pruebas para que los demás fusiles del lote sean considerados como aptos.
Al sacarlo fuera de la cámara refrigeradora el fusil debe disparar sin presentar ningún problema.
La dificultad de la prueba consiste primero en el hecho de que el fusil se congela a una temperatura extremadamente baja, y después se somete a un cambio térmico repentino al disparar, lo cual supondría un verdadero problema para muchas armas de fuego.
Seguidamente los fusiles de Kalashnikov se introducen en una cámara especial donde se imita una tormenta de arena. Pero aquí también la prueba se lleva al extremo, puesto que se usa un polvo muy fino que proviene de la arena de cuarzo.
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Debido a su fineza este polvo se mete incluso en los huecos más estrechos del fusil. Además, este polvo es muy pegajoso, razón por la cual supone un verdadero reto para las partes mecánicas que se mueven, puesto que con este polvo aumenta sustancialmente la fricción.
Por último, el fusil se introduce en una cámara que imita una lluvia tropical. A primera vista el agua debería limpiar el fusil del polvo.
Sin embargo, en realidad lo convierte en barro de alta densidad que sería prácticamente una sentencia para la mayoría de armas de fuego.
Pero no esta prueba, llevada a cabo directamente después de las dos primeras, es capaz de sucumbir la fiabilidad del fusil de asalto Kalashnikov que sigue disparando a pesar de todo.
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