En el marco del seminario 'Páginas del exilio español en la Unión Soviética', organizado por el Gobierno de España en el Instituto Cervantes de Moscú, el también artista y fotógrafo afirmó que pese a que no recuerda a Sánchez personalmente, porque nació seis años después de que muriera, su "abuelo siempre estuvo presente".
"Desde que recuerdo, desde que abrí los ojos vi las esculturas y los cuadros de mi abuelo: nuestra casa en Moscú era un espacio vacío, lleno de esculturas y de cuadros", evocó.
"La memoria siempre estuvo allá porque mi familia es familia de artistas: mi madre es artista, como mi abuelo y mi bisabuelo, tenemos cinco generaciones de artistas", agregó.
Para el 'nieto de la guerra' es "fascinante" cómo gracias a esa memoria se transmitieron los valores de una cultura "muy diferente" a la del exilio donde vivía su familia.
"Lo que a mí me fascinó es de qué manera se transmiten los valores culturales, no solo a través de historias, sino a través de la voz, de las entonaciones, de las reacciones emocionales", dijo.
Alberto Sánchez evocó el entusiasmo con que su padre le contaba las historias de Toledo, de Madrid, los relatos sobre las guerras romanas, y que contribuyó a formar en su interior "cierto ecosistema emocional".
Luego, cuando "yo fui a vivir a España, me resultó no solo familiar, era mi propio ecosistema; cuando viajaba por España y hacía fotos de repente comprendí de que las historias de mi padre no son solo las historias de mi padre, sino las que mi abuelo le contaba a mi padre y mi padre me las contó a mí", reseñó.
Españoles en el exilio
Sánchez admitió que para su abuelo fue una experiencia "traumática" abandonar España y darse cuenta después de que no volvería a ser republicana.
"La gente empezó a comprender que eso no podría suceder, y para mi abuelo eso sí que fue un momento traumático, cuando de repente después de la guerra todos, incluidos los comunistas españoles y mi abuelo, entendieron que Franco no sería derrotado y que si se volvían a España, se volverían a una España que les ganó, a una España franquista", constató.
A la vez subrayó que la experiencia de su familia en el exilio soviético "no era nada de traumática".
"Nuestra generación y la generación de mi padre era gente que estaba muy integrada en la vida de la Unión Soviética y a la par era una sociedad aparte, que tenía sus clubs, sus amigos españoles, se hablaba español, se hacía teatro en español, que mantenía aquí en Moscú una vida española", reveló.
Añadió que los españoles republicanos abandonaron España para salvar sus vidas, y "alrededor de la gente española que estaba en Rusia estaban los rusos con sus propios problemas que a veces eran mayores que los españoles".
Preguntado si Alberto Sánchez era comunista, reconoció que su abuelo "ingresó en el Partido Comunista unos años antes de morir".
"Pero su manera de ser era más anarquista que comunista: era una persona muy libre, de una mente muy clara, muy directa", subrayó.
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Explicó que Sánchez se unió a las filas del Partido Comunista "después de la guerra, cuando las juntas del Partido Comunista español se convertían más en juntas de gente española que estaba hablando sobre sus problemas".
"Era otra manera de existir, era tan comunista como un español del exilio", dijo entre risas.
Del Sánchez pintor al Sánchez fotógrafo
Preguntado cómo entiende las obras abstractas de su abuelo, el Alberto Sánchez de nuestra época destacó que en lo que respecta al arte "no es cuestión de entender sino una cuestión de interiorizar".
"Es otra cosa un poco diferente, porque el arte es más sobre sensaciones que sobre información, (...) el arte español juega más con sentimientos, con analogías, con cosas interiores", afirmó.
Para Sánchez, el arte de su abuelo es "como el aire" que respira desde su niñez.
"No es una cosa de entender, sino de ver cómo un pintor usa ciertas herramientas expresivas para narrar historias, pero si no entiendes la historia, tampoco importa; siempre un cuadro te transmite algo que no es verbal", agregó.
Y aunque no descartó que "la fotografía puede ser abstracta, no es mi campo", confesó.
"La fotografía, al fin y al cabo, es documental, y aunque hagas historias imaginarias siempre es un documento de una situación real que hay en esta vida", aclaró.
Destacó que en la fotografía "la realidad contrasta contra las cosas abstractas que puedes notar tú a la hora de ver el mundo".
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"Es otro plano narrativo, a través del contraste entre la realidad y lo abstracto, que no tiene la pintura porque la pintura es toda imaginativa: aunque hagas un cuadro realista, al fin y al cabo siempre hay partes del cuadro que son abstractos o que son expresivos", señaló.