Se cree que los fósiles hallados (restos de mano, pie y algunos dientes) tienen entre 50.000 a 67.000 años de antigüedad, por lo que pertenecen a la época del Pleistoceno Tardío. Esto significa que coincidieron temporalmente con el Homo Sapiens, quien apareció hace unos 300.000 años.
A la nueva especie se la llamó Homo Luzonensis, debido a la ubicación geográfica en la se encontró: la cueva de Callao, en la isla de Luzón, en Filipinas. Esta presenta una peculiar combinación de características que la hacen única.
“Los fósiles tienen la morfología de un humano moderno, un Sapiens como nosotros, pero a la vez se identifican rasgos muy primitivos que recuerdan a los que encontramos en África, en los Australopithecus”, señaló Antonio Rosas, profesor de investigación del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, especializado en paleoantropología.
Una explicación para esto es el llamado fenómeno de la insularidad, mediante el cual las especies al evolucionar en islas, apartadas al resto, desarrollan rasgos evolutivos peculiares. Otro ejemplo similar es el Homo Floresiensis, conocido como el 'hobbit' de la Isla de Flores, en Indonesia, por su pequeña estatura.
“Hay una hipótesis que indica que un grupo de Australopithecus salió muy pronto de África y llegó a ese extremo del planeta. Pero hay otra, más razonable a mi juicio, que habla acerca de una posible reversión evolutiva en los Homo Erectus que habitaban en entornos cerrados como la Isla de Luzón. Esto explicaría las características primitivas de los restos”, agregó Rosas.