Santiago Abascal, presidente de Vox, es posiblemente el líder político más desconocido a nivel internacional entre todos los que lideran candidaturas de peso en las elecciones españolas del 28 de abril.
Desde entonces Vox se encuentra en línea ascendente y en estas elecciones aspira a ocupar el espacio político a la derecha del Partido Popular, un espacio en el que tradicionalmente solo había espacio para el propio PP.
Santiago Abascal es licenciado en sociología y, aunque pueda parecer una figura nueva en la política española, prácticamente toda su carrera profesional está ligada al Partido Popular.
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Además, en su familia también existe una tradición política conservadora: durante el franquismo, su abuelo fue alcalde de una pequeña localidad alavesa llamada Amurrio y su padre ocupó durante más de 35 años distintas responsabilidades en el PP de Álava, coincidiendo con los años de mayor actividad del terrorismo de ETA en el País Vasco.
De la política local dio el salto a la autonómica, ocupando un escaño en el Parlamento Vasco desde 2004 a 2009.
En 2010 fue nombrado director de la Agencia de Protección de Datos de la Comunidad de Madrid, un cargo de libre designación que dependía del gobierno autonómico, en aquellos momentos en manos de la expresidenta madrileña Esperanza Aguirre, representante del ala más conservadora del Partido Popular.
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En 2013, Abascal abandonó el Partido Popular, formación a la que ahora se refiere como "derechita cobarde", y se sumó a Vox.
Vox fue impulsado por un grupo de críticos con la dirección de Mariano Rajoy al frente del Partido Popular, del que empezaron a renegar por una supuesta falta de mano dura contra el independentismo catalán y el nacionalismo vasco.
El ideario político de Abascal se caracteriza, sobre todo, por la defensa de la unidad de España, las apelaciones al pasado glorioso de la nación y la defensa de la familia como núcleo de una sociedad donde las tradiciones católicas tienen una posición preponderante.
En los años siguientes, ya en Vox, Abascal fue un 'ajeno' de la actividad institucional en España hasta que en los últimos meses, utilizando la crisis en Cataluña como caldo de cultivo, su discurso ultranacionalista consiguió arraigar, propiciando su irrupción en Andalucía.
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El discurso de Abascal, además de centrarse en la defensa de la unidad de España, también comprende continuos ataques a los colectivos feministas, a la comunidad inmigrante y, en general, a cualquier posicionamiento progresista.
Las encuestas pronostican que Vox conseguirá en torno al 10% de los votos, lo que le situaría como quinta fuerza política del país, accediendo aproximadamente a 30 de los 350 escaños que componen el Parlamento de los Diputados.
Sin embargo, todos los estudios publicados hasta la fecha señalan que en estas elecciones hay un gran porcentaje de votantes (más del 20%) que no decidirán su voto hasta última hora, lo que podría provocar grandes cambios sobre las proyecciones disponibles.
Pese a las continuas críticas a su antiguo partido, dentro del fragmentado escenario con el que España se conduce a estas elecciones, la formación de Abascal se enmarca en el bloque de la derecha, cuyas posibilidades de gobernar pasan por que los escaños de Vox, Ciudadanos y Partido Popular sumen una mayoría suficiente para otorgar la presidencia a estos últimos.