"Es posible que hayamos estado subestimando cuán caliente se está poniendo [el Ártico]", señaló Gavin Schmidt, que dirige el Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA, encargado de la recolección de los datos de temperatura.
Ambos conjuntos de datos, junto con varios otros mantenidos por instituciones y grupos académicos de todo el mundo, se basan en una combinación de los registros de miles de termómetros distribuidos a lo largo de la superficie terrestre y en un volumen creciente de mediciones oceánicas de boyas y otros instrumentos.
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Sin embargo, estos conjuntos de datos han sido criticados y se han sometido a un mayor escrutinio debido a que muestran un calentamiento global constante, además de una serie de temperaturas récord.
Por su parte, los grupos de investigación defienden la metodología utilizada y señalan que los diferentes conjuntos de datos tienen más similitudes que diferencias, por lo que la tendencia que muestran debe ser la correcta.
El registro de temperatura provisto por el satélite, que se extiende desde el 2003 hasta el 2018, respalda el hallazgo de la NASA de que el 2016 fue el año más caluroso registrado y, en general, que la tendencia al calentamiento continúa tal como lo muestran los termómetros de superficie.
"Los datos satelitales de Aqua capturan toda la superficie del planeta y muestran que, en todo caso, nuestras mediciones de superficie están subestimando ligeramente la velocidad del calentamiento global", señaló Zeke Hausfather, investigador de la Universidad de California en Berkeley, a The Washington Post.
El estudio también confirma que "el Ártico se está calentando mucho más rápido que el resto del mundo. Estimar correctamente las temperaturas en la región es importante para comprender lo que está pasando en el mundo en general", señaló el científico.