Al principio, los roedores se comportaron de la misma manera que los del grupo de control en la Tierra: comían, dormían, investigaban su entorno, se comunicaban. Pero tras pasar varios días en el espacio, el comportamiento de los ratones investigados cambió: comenzaron a correr alrededor de su jaula y se aferraban a la pared con sus patas.
Los científicos han sugerido que les faltaba movimiento y que intentaban de esta manera superar el estrés de estar en la ingravidez.
Los investigadores realizaron este experimento para determinar cómo afecta al cuerpo de un ser vivo una larga estancia en el espacio.
Este estudio hace recordar a otro, uno de 2014 en el que la neurofisióloga Johanna Meijer de la Universidad de Leiden en los Países Bajos propuso una rueda a animales silvestres.
Así, los científicos llegaron a la conclusión de que a estos participantes simplemente les gusta correr y que una rueda les puede dar cierto sentido de seguridad en comparación con correr a través de un campo abierto. Se sienten atraídos por el hecho de que pueden correr de forma segura durante mucho tiempo.