El 1998, los Gobiernos del Reino Unido y de la República de Irlanda alcanzaron un pacto conocido como el 'Acuerdo de Viernes Santo', con el que lograban poner fin a 30 años de conflicto armado en Irlanda del Norte entre unionistas protestantes y republicanos católicos.
Los primeros ministros británico e irlandés de la época, Tony Blair y Bertie Ahern respectivamente, rubricaron un pacto que cerraba la discusión institucional con respecto a ambos territorios y aseguraba el desarme de los grupos paramilitares que habían participado en el conflicto.
Uno de los puntos fundamentales del acuerdo fue la eliminación de las trabas fronterizas entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda, permitiendo la libre circulación de bienes y servicios, tal como sucede entre territorios diferentes que componen la Unión Europea.
La falta de un acuerdo para el 'Brexit' y el riesgo de que una salida sin acuerdo genere una frontera rígida, incluso física, entre los dos países, hizo que la primera ministra británica Theresa May y el presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker acordaran una cláusula de 'salvaguarda' conocida como 'Backstop'.
El mecanismo propone que, en caso de que el Reino Unido y la UE no alcancen un Brexit con acuerdo, Irlanda del Norte permanecería dentro del mercado común al menos hasta diciembre de 2020. Si en ese período aún no se logró un acuerdo, la salvaguarda podría extenderse hasta que haya un acuerdo.
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Sin embargo, el mecanismo del 'Backstop' fue duramente criticado por el Partido Unionista Democrático (DUP por sus siglas en inglés) de Irlanda del Norte, que considera que el acuerdo otorga a la Unión Europea un cierto nivel de control sobre el territorio de Irlanda del Norte aún después del Brexit.
Incluso, los unionistas aventuran que el mecanismo, que dejaría a Irlanda del Norte con un régimen diferente al del resto del Reino Unido, podría impulsar iniciativas de reunificación de las dos Irlandas.
También cuestionan que el mecanismo de 'Backstop' exija que tanto el Reino Unido como la Unión Europea estén de acuerdo en finalizar el régimen especial para Irlanda del Norte, dado que consideran que el Gobierno británico quedaría como 'rehén' de la voluntad de Bruselas de poner fin a la herramienta.
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A pesar del poder de los unionistas, un movimiento euroescéptico que definió un apoyo decisivo para que May pudiera formar gobierno tras las elecciones generales de 2017, en Irlanda del Norte la mayoría de la población votó a favor de que el Reino Unido permanezca en la Unión Europea.