El ministro sudanés de Defensa confirmó el 11 de abril la detención del presidente Omar Bashir, la formación de un consejo militar —que gobernará el país durante dos años— y la declaración del estado de emergencia por tres meses, además anunció que la Constitución de 2005 pierde su vigencia.
"La situación en Sudán es muy inestable, el hombre que tomó el poder —un exministro de Defensa— se percibe como un general cercano al Gabinete disuelto, muchos recelan que se trate de la sustitución de un Gobierno militar por otro, sin que cambie realmente el régimen", dijo Elena Vezadini, del Instituto de los Mundos Africano (IMAF)
El experto Gerard Prunier también subrayó que "la eliminación de Bashir no significa el fin del régimen islamista".
"Según el guion optimista, los líderes de la Asociación de Profesionales de Sudán [AFP], que estuvieron coordinando las protestas y proclaman su cercanía al movimiento popular, podrían entablar diálogo con la nueva junta para coordinar asuntos durante el período de transición", dijo.
"El guion pesimista supone enfrentamientos entre la junta y la gente, aunque confío en que eso sea poco probable", agregó.
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La experta al mismo tiempo no descartó que se logre encontrar alguna forma de reconciliación.
Gerard Prunier a su vez insistió en que los acontecimientos que se desarrollan en Libia, Argelia y Sudán no son, ni mucho menos, una nueva "primavera árabe".
"Son tres situaciones completamente distintas, que solo han coincidido en el tiempo", señaló.