La vergüenza de volar de los suecos se debe a que saben que si utilizan el avión como medio de transporte, están contribuyendo al calentamiento global.
Quizá el nombre de la chica te suene conocido: es candidata al Premio Nobel de la Paz; se tornó célebre por su campaña a favor de las huelgas escolares por el clima, cada viernes de 2018 llevó a cabo protestas solitarias frente al Parlamento sueco, para insistir en que se tomasen medidas para luchar contra el cambio climático.
Al poco tiempo, su protesta individual se convirtió en un fenómeno internacional. Miles de estudiantes de todo el mundo siguieron su ejemplo y salieron a protestar para promover la lucha contra el calentamiento global.
Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad Tecnológica de Gotemburgo en 2018 y citado por La Nación, las emisiones provenientes de los aviones entre 1990 y 2017 eran cinco veces superiores al promedio mundial por habitante. Esas emisiones aumentaron un 61% desde 1990 por los vuelos internacionales, apuntó el estudio.
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Pero la gente ha empezado a tomar conciencia del calentamiento global. El medio argentino cita también al Instituto Meteorológico sueco, que advierte que la temperatura promedio anual aumenta dos veces más rápidamente en Suecia que el promedio mundial.