"El acuerdo no es para transferir tecnología o para realizar emprendimientos militares; no es para entregar la base de Alcantara a los estadounidenses, ni para cercenar nuestro programa espacial; es apenas un registro formal de que Brasil actuará con seriedad en lo que atañe a la propiedad intelectual y el respeto a los secretos industriales, como cualquier otro país", dijo Moura.

Hasta ahora Brasil estaba "totalmente limitado", según Moura, porque Washington podía vetar el lanzamiento de cualquier tecnología de origen estadounidense desde Brasil, lo que en la práctica equivalía a la paralización de la base, ya que el 80% de los artefactos espaciales incluyen tecnología de EEUU.
Con este acuerdo para el uso comercial de la base, Brasil se compromete a preservar la confidencialidad de la tecnología que EEUU use en Alcantara.
Pero Moura recalcó que Brasil seguirá teniendo total autonomía para autorizar o no los lanzamientos, pues "no podemos renunciar a eso".
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Según la legislación espacial, Brasil es corresponsable por cualquier vehículo espacial que salga de su territorio, sea de EEUU o de cualquier otro país.
Moura negó que los estadounidenses fueran a disponer de una parte de la base para trabajar a su antojo.
A diferencia del acuerdo negociado en 2000, y rechazado por el Congreso brasileño, el texto actual establece que las llamadas áreas de acceso restringido, donde se manipulará la tecnología estadounidense, serán designadas conjuntamente entre Brasil y EEUU, y estarán "dentro de la jurisdicción territorial nacional".
Además, los órganos brasileños de policía y de emergencias podrán acceder a esas zonas restringidas en función de la necesidad, y Brasil podrá aprobar o restringir el acceso de personas acreditadas por EEUU.
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El Ministerio de Ciencia y Tecnología estima que en los últimos 20 años en que Brasil no tuvo acuerdos en esta materia con EEUU, perdió aproximadamente 3.900 millones de dólares en ingresos por lanzamientos no realizados, considerando únicamente el cinco por ciento de los lanzamientos que se hicieron en el mundo en ese periodo.
Se estima que pasará de mover 350.000 millones de dólares anuales en la actualidad a un trillón de dólares en 2040, según previsiones del Ministerio de Ciencia y Tecnología.
Tras la aprobación del AST, Brasil tiene el "objetivo conservador" de ocupar el uno por ciento del volumen mundial de negocios espaciales, lo que equivale a unos 10.000 millones de dólares al año a partir de 2040, consolidándose como un fuerte actor del segmento de lanzamientos.
No obstante, el AST debe ser aprobado por el Congreso, que ya rechazó un acuerdo similar en 2000 por entender que ponía en riesgo la soberanía nacional.
Moura estimó que la nueva redacción del texto calmará incluso a los parlamentarios más escépticos.
El ministro de Ciencia y Tecnología, Marcos Pontes, estuvo la semana pasada explicando el acuerdo en el Senado y se llevó buenas impresiones, según Moura.
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En el caso brasileño, la polémica solo se explicaría por motivos "ideológicos" infundados o por "desconocimiento" de cómo funciona el mundo de los lanzamientos espaciales, aseguró Moura.
El presidente de la AEB remarcó que la simple expectativa generada por el acuerdo con EEUU ya está haciendo que empresas de todo el mundo vuelvan a interesarse por Alcantara.
Pero Moura no se atrevió a mencionar plazos para una optimización total de las instalaciones espaciales ahora infrautilizadas.
La base de Alcantara tiene una posición privilegiada por su cercanía con la línea del Ecuador (lo que abarata el lanzamiento de satélites por exigir menos combustible).
Pero hasta ahora, debido a la ausencia de acuerdo con EEUU, su actividad quedaba restringida a ejercicios de mantenimiento y lanzamiento de cohetes suborbitales para experimentos de microgravedad.