El presidente del club, coronel Eduardo José Barbosa, dijo a un reducido grupo de periodistas antes de participar en un almuerzo con más de 200 comensales en recuerdo de esa fecha, que rechaza el término "golpe" y prefiere "revolución".
"La población brasileña estaba muy dividida, la conducción del país estaba transformándose en una situación caótica; el pueblo salió a la calle, la población pedía una solución para ese problema", argumentó el militar reservista.
En marzo de 1964, los militares apartaron al presidente democráticamente elegido João Goulart bajo el argumento de una amenaza comunista e implantaron un régimen que clausuró el Congreso, anuló los derechos individuales y políticos, instauró la censura y provocó cientos de muertos y desaparecidos.
"En esos años Brasil mejoró en todos los aspectos (…) del 85 hacia aquí todo empeoró, el país está en una situación cercana a la anarquía", remarcó el coronel.
En su opinión, gracias a la actuación de los militares Brasil se libró de una dictadura que podría haber sido "mucho peor", y citó el caso de Venezuela.
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La represión y torturas a líderes políticos, sindicalistas o periodistas fueron apenas "excepciones" que no deben servir para juzgar un balance absolutamente positivo, según el coronel.
A diferencia de países vecinos como Argentina o Uruguay, Brasil no logró juzgar ni encarcelar a ninguno de los altos mandos de la dictadura, en buena medida por la Ley de Amnistía que el propio régimen aprobó en 1979 y que ningún Gobierno democrático se atrevió a derogar.
En 2012, la entonces presidenta Dilma Rousseff (2011-2016), puso en marcha la Comisión Nacional de la Verdad, que concluyó que la dictadura mató o hizo desaparecer al menos a 434 personas.
El vicealmirante Rui da Fonseca Elia, presidente del Club Naval de Río de Janeiro, se removía en el sofá cuando apareció el tema de la Comisión de la Verdad.
"¡Comisión de la mentira! Nuestros viejitos tuvieron que testificar, y en cambio no llamaron a ningún terrorista de los que tiraban bombas", exclamó.
Fonseca Elia puso en duda que Rousseff, siendo una joven guerrillera apresada por los militares, fuera torturada y puso su caso de ejemplo de los "terroristas" que no fueron condenados.
Rousseff, integrante de la guerrilla izquierdista Vanguardia Armada Revolucionaria (VAR) —Palmares, fue detenida en enero de 1970 cuando tenía 23 años y llevada al cuartel general de una organización militar destinada a la represión de opositores y sometida a tormentos durante 22 días; fue condenada por un tribunal militar a seis años de prisión de los cuales cumplió tres antes de que un tribunal castrense superior le redujera la pena, y también fue inhabilitada para cargos políticos por 18 años.
Desde que Brasil recuperó la democracia en 1985, los militares han conmemorado la fecha del golpe en los cuarteles, de forma más o menos discreta.
En 2011 fue de nuevo Rousseff quien dio la orden a las Fuerzas Armadas de que cesaran las celebraciones.
Un tercer militar, el brigadier Marco Antonio Carballo Pérez, presidente del Club de la Aeronáutica, dijo que un almuerzo de celebración como el del jueves "no es ninguna novedad" y que siempre se invocó ese "momento histórico" en los cuarteles.
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Sin embargo, indirectamente reconoció que algo cambió con la llegada de Jair Bolsonaro a la presidencia.
El presidente brasileño de ultraderecha determinó esta semana que el Ministerio de Defensa organizase las "conmemoraciones debidas" en recuerdo de los hechos del 31 de marzo, lo que generó fuertes críticas de entidades vinculadas a los derechos humanos y víctimas de la dictadura.
La Fiscalía consideró el gesto un grave ataque al Estado de derecho y advirtió que usar la estructura pública para exaltar la dictadura puede constituir un delito de improbidad administrativa.
Para los militares, la queja no tiene sentido.
"No lo pueden prohibir", dijo Pérez.
El Club Militar de Río de Janeiro fue fundado en 1887 y siempre tuvo un papel destacado en la vida política de este país.
Desde sus bastidores se tocaron temas como las campañas para la abolición de la esclavitud o la proclamación de la República.
Hasta septiembre del año pasado su presidente era Antônio Hamilton Mourão, que dejó el cargo para ser el número dos de Bolsonaro en la campaña electoral y ahora es vicepresidente de este país.