En una entrevista con Today, Hunter desmiente todos y cada uno de los estereotipos construidos alrededor de la figura del varón. La de un ser con la libido al máximo y siempre con ganas de meterse en la cama con quien sea.
El libro que ha escrito se basa en 200 entrevistas realizadas a 200 heterosexuales con edades comprendidas entre los 18 y los 65 años, casados o con una pareja estable.
Los hombres no siempre tienen ganas
A medida que los hombres se hacen mayores, desciende su apetito sexual. También influye el estrés del trabajo, el cuidar de los hijos, pagar las facturas o andar emocionalmente inestable. Cosas todas ellas que, en general, se asocian con la mujer, explica Hunter.
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A partir de los 40 años, para algunos el sexo deja de ser una prioridad y prefieren concentrarse en dormir bien por las noches para ir descansados al trabajo por la mañana y asegurarse de que los niños hagan sus tareas, revela Hunter.
Estabilidad emocional y luego sexo
Hunter revela que muchos hombres no tienen ganas de sexo si están peleados con su pareja y no han resuelto el problema. Tienen que sentir cierta conexión con ella, señala la sexóloga. Tener sexo implica un contacto físico y emocional que expone a la persona y la hace invulnerable. "Para los hombres es una forma de derribar esos muros y de sentir que pueden ser ellos mismos", dice la sexóloga.
Mejor si lo inicia ella
Miedo al rechazo
¿Y qué pasa cuando los hombres toman la iniciativa y sus parejas los rechazan? La investigación deja claro que los hombres se sienten en esa situación muy vulnerables.
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"No es cosa de hacer sentir a las mujeres que tienen que decir que sí cada vez que el hombre quiere sexo. Es del todo normal decir que no. Pero intenta hacerlo de la manera más educada y suave posible. Si la razón por la que no tienes ganas es que ha sido un día largo, hazle saber que no es que no quieras sexo por su culpa", recomienda Hunter. Añade que el hombre no tiene por qué estar buscando sexo, sino que simplemente puede ser un pedido para acurrucarse con su pareja en el sofá.
Porno sí, pero no en el centro de todo
Los hombres a los que Hunter investigó reconocieron ver porno a veces, pero negaron que se tratase de algo central en sus vidas sexuales. Acudían a él tras estar una larga temporada sin realizar ningún tipo de actividad sexual. "Era más un tipo de entretenimiento", dice la sexóloga.