Son las 8.30 de la mañana y en los pasillos y aulas aún no se escuchan las voces de los pequeños en la Escuela Primaria Número 9 'San Miguel Arcángel' de Los Polvorines, una ciudad ubicada a más de 30 km de la capital argentina.
Las maestras se preparan para el inicio de las clases: algunas realizan inventarios, otras recortan en papel las letras que van pegando en una pancarta con la que les darán la bienvenida que será pronto, aunque todavía no está del todo claro cuándo.
Las clases ya no empezarán el miércoles 6 de marzo, como indicaba el calendario oficial. El sindicato de docentes más grande de la Argentina realizará un paro y movilización de tres día: esto postergaría el inicio del ciclo lectivo al lunes 11, aunque podría no haber acuerdo luego de tensas e infructuosas negociaciones con los Gobiernos de la ciudad y la provincia de Buenos Aires por la recomposición salarial y la merma en el presupuesto.
"Lo que se está viviendo en este momento creo yo que es una lucha política para ver quién pesa más, y en el medio quedamos nosotros. Se objeta mucho qué es lo que cobramos, qué es lo que no hacemos, qué régimen de licencias tenemos, cuando el tema en sí no es ese", dijo a Sputnik Vanina, bibliotecaria de la escuela, docente hace 11 años.
"En este período, antes del inicio de clases, estamos siempre en boca de todos y no es lo que queremos, lo que necesitamos es acompañamiento", agregó.
"La gente que está alrededor nuestro sabe todo lo que la peleamos día a día por la escuela. La gente de afuera solo sabe lo que les informan los medios. Nosotros no somos gremialistas, tenemos vocación de servicio. Tenemos un sueldo paupérrimo y aún así muchos docentes tienen que seguir trabajando porque no les alcanza para vivir", dijo Vanina.
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Ese es el caso de Cristina, quien hace 27 años que trabaja como docente y que este año dará clases a primer grado por la mañana y a cuarto en las tardes. "Supuestamente tendría que estar jubilada ya, pero por la situación económica que estoy atravesando no me alcanza como para vivir de la jubilación", contó a Sputnik.
"Los docentes somos muy compañeros entre nosotros y tiramos todos para adelante, todos los días venimos y yo sigo con las mismas ganas con las que comencé. Pero no veo que haya cambiado mucho en estos años, han pasado diferentes gobiernos y siempre tenemos la misma historia. Además, yo, al menos, no me siento representada por [los dirigentes d]el gremio que está en la actualidad: deciden cosas que en las bases no opinamos", dijo Cristina.
La situación de la educación en la Argentina suele pasar a las primeras planas de los periódicos en estas semanas, pero este año la situación parecería estar especialmente tensa debido a los bajos salarios que de por sí ya tienen los maestros. Sus ingresos difícilmente soportan el peso de la crisis económica, con una inflación anual de 48%, aumentos en todos los servicios, el transporte y la canasta alimenticia.
En el país, hay unos 250.000 maestros que cobran el salario mínimo docente inicial, que fue elevado en una negociación entre sindicatos y ministerio de Educación a 15.000 pesos (376 dólares), una cifra exigua en relación al costo de vida y a sus tareas.
"La economía está atravesando una recesión en el país que transita en todos los ámbitos y se ve muchísimo cuando los chicos quieren aprender y, por la poca alimentación que tienen, no pueden estar manteniendo la atención la cantidad de tiempo que tendrían que atender", dijo con preocupación a Sputnik Sandra, quien será maestra de cuarto grado a la mañana y tercero a la tarde y que cuenta con 14 años de experiencia como docente.
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Sandra contó que el año pasado trajeron una nena que no era alumna en el horario del comedor escolar. "No le pudimos decir que no. Me acuerdo y, la verdad, me duele mucho. Ese ejemplo es el reflejo de lo que yo creo que está pasando. Si no tienen para comer, ¿cómo van a aprender?"
"Detrás de cada niño hay una familia que también necesita, que también reclama, a veces de buena manera, a veces no tanto. El niño no vive solo, tiene un entorno que lo condiciona, entonces uno no solo está atento al niño, también está atento a la familia: qué le falta, qué necesita, qué le está pasando y por qué", dijo a Sputnik Silvia, docente hace 8 años y maestra de tercer grado.
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"A nosotros nos interesa desarrollar nuestro trabajo de la mejor manera posible pero sentimos una gran soledad. Todos los reclamos son justos pero pareciera que estamos peleando contra molinos de viento", dijo a Sputnik Verni, maestra hace 18 años y que este año estará a cargo de segundo grado de primaria.
"Lo que nos sostiene es nuestra vocación, porque sabemos que tenemos que sembrar la semilla con la esperanza de tiempos mejores para que, aunque no sea para nosotros, nuestros hijos tengan un futuro mejor", dijo Verni.