El viaje podría tener un impacto negativo en sus ya incómodas relaciones con la familia real, según ha sugerido un exayudante de la difunta princesa Diana. Y es que la exactriz no trató de ningún modo de pasar desapercibida usando al menos la entrada privada de los locales. El personal del hotel Upper East se vio forzado a poner barreras de seguridad al paso de la duquesa y de varias otras personalidades, como Amal Clooney y Serena Williams.
"Se mire por donde se mire, la fiesta de Meghan en Manhattan fue bastante poco edificable. No solo por sus excesos (…) sino por su calculada imprudencia", escribió Patrick Jephson, quien trabajó como secretario privado de la princesa Diana entre 1988 y 1996. Añadió que la exactriz tiene que escoger "entre el camino de ser famosa y el camino del deber, el servicio y el sacrificio".
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"Si eres de la realeza y quieres conservar tu privacidad, hay un millón de maneras de hacerlo", dijo Jephson al New York Post. "Diana siempre se alojaba en el Carlyle de Nueva York, [un hotel] que se enorgullece por su discreción para con sus famosos invitados. El hecho de que Meghan haya permitido que esto se convierta en un circo mediático demuestra muchas cosas", comentó Jephson.
Page Six recoge que Duncan Larcombe, exeditor real del periódico londinense The Sun, advirtió de que el personal del palacio de Kensington no se había dado cuenta de hasta qué punto el viaje se había hecho público, y añadió que "la gente ha levantado las cejas centro de palacio".
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